El barómetro de abril del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) dado a conocer en el día de ayer traduce al mapa político el impacto del descontento social respecto de la situación económica del país. Los dos grandes partidos, PP y PSOE , siguen perdiendo apoyos electorales. La novedad es que este trimestre el PSOE ha pagado una factura más alta. El apoyo a los socialistas disminuye dos puntos y queda en el 28,2% de la intención de voto, mientras que el del PP se queda en el 34%, un punto menos que en enero. Si lo comparamos con los resultados de las elecciones de noviembre de l 2011, los populares ha perdido casi diez puntos de apoyo desde que están el Gobierno, mientras que el paso a la oposición ha dejado al PSOE en el mismo porcentaje de apoyos que al final de su paso por la Moncloa. Desde el punto de vista del liderazgo, sale peor parado: el presidente saca una nota del 2,4 frente al 3 del líder de la oposición.

En estas circunstancias hay que leer los movimientos de las últimas semanas. Los pronunciamientos de algunos barones del PP, encabezados por Esperanza Aguirre , responden al hecho que la marca ahora está más bien vista que el líder. O mejor dicho, está menos castigada.

Mucho más compleja es la situación del PSOE. El sondeo del CIS desvela que la dinámica política española ya no sigue la lógica del turno, de manera que el descenso del apoyo popular al PP como consecuencia de los hachazos y la crisis no se convierte automáticamente en un vaso comunicante hacia el PSOE.

Hay nuevos actores políticos que ganan adeptos en la medida que han estado lejos del Gobierno desde la transición. Esta dinámica es la que explica los movimientos de algunos sectores socialistas que en las últimas semanas han cuestionado tímidamente el liderazgo de Alfredo Pérez Rubalcaba .

Todo apunta que la única manera de desvincular al PSOE de la crisis acabará siendo un cambio de cartel. Lo decisivo es saber qué perfil puede atraer simultáneamente a los moderados desencantados del PP y a los movilizados contra el sistema a los que la crisis ha despertado de su letargia política. Una ecuación tan ganadora como difícil de conseguir. El simple paso del tiempo queda claro que no solventará los problemas del PSOE para consolidarse como alternativa. Serán necesarios también cambios programáticos y de cartel.