WLw a manifiesta torpeza del ministro de Justicia, Mariano Fernández Bermejo, y del juez Baltasar Garzón, al participar, juntos, alegres y confiados, en una cacería de fin de semana en una finca del pueblo de Jaén en el que nació el juez, mientras éste instruye en la Audiencia Nacional un caso de presunta corrupción que afecta al primer partido de la oposición, no se puede reducir a la categoría de anécdota, aunque no sea mucho menos la traición al Estado de derecho que pretendió hacer ver la cúpula del Partido Popular en la desmesurada intervención de Mariano Rajoy el pasado miércoles. El presidente del PP ha encontrado en la común afición del ministro y el magistrado a abatir venados con rifles de mira telescópica un salvavidas en un momento muy difícil para él y su formación. Pero se ha vuelto a equivocar al agitar una nueva teoría de la conspiración que otra vez cuestiona los fundamentos democráticos del Estado sin más datos que el publicado, es decir, la coincidencia en una cacería del ministro y del magistrado.

El escándalo de presunto blanqueo de dinero, malversación, soborno y prevaricación por parte de empresas que habrían trabajado para las administraciones gobernadas por el PP en varias comunidades autónomas, y que ya ha llevado a la cárcel a 3 de los 37 imputados por Garzón, había sido presentado por la dirección popular como un caso de "acoso" al partido orquestado desde el Gobierno a través de la Fiscalía Anticorrupción, con la colaboración de la prensa "amiga" y del inefable juez estrella. Parecía una estrategia defensiva barata y poco creíble por una opinión harta de corruptelas tejidas entre políticos y empresarios sin escrúpulos. Pero ha bastado un fin de semana cinegético para que el PP pueda rearmarse moralmente, tratar de personarse en la causa --lo cual fue ayer rechazado por el juez instructor-- y tratar de recusarlo. La llamada operación Gürtel se ha visto así irremediablemente cruzada por un sainete del más puro estilo de Berlanga.

Pasada la balacera de Jaén, lo que procede es que ministro y juez se disculpen por su error mayúsculo ante su antiestético encuentro y que el segundo siga cabalmente con la instrucción y evite ese mal endémico que son las filtraciones de las investigaciones en la Audiencia Nacional. Pero también es preciso que el PP se sosiegue y deje de ver fantasmas y conspiraciones. Y tratar de recusar a Garzón, por más que sea un juez polémico, suena ante todo a maniobra dilatoria y a estrategia del calamar, cuando lo que tenemos delante es la sospecha de que algunos cargos del PP en ayuntamientos y comunidades autónomas han ayudado a forrarse a unos cuantos indeseables. Los corruptos, y no el PP, son la verdadera pieza.