El pasado 8 de diciembre, en la presentación de los candidatos para las elecciones autonómicas y municipales por Murcia, el secretario general del PP, Teodoro García Egea, pronunció una frase que causó estupor: «En Murcia celebramos la Navidad, ponemos el belén, el árbol, celebramos nuestras tradiciones y nuestra Semana Santa y nos sentimos orgullosos. Y al que no le guste que se aguante, porque nosotros somos españoles». Después defendió la caza y añadió: «Y al que quiera ir a los toros, que vaya, y al que no le guste, que no vaya. Pero aquí no se prohíbe nada. Ya está bien».

Más allá de la hilaridad causada, estas afirmaciones -réplica a la ministra Teresa Ribera, nada partidaria de los toros ni de la caza- no tendrían mayor importancia si no fuera porque el PP ha presentado en el Congreso dos preguntas al ministro de Cultura, José Guirao, para saber qué opina el Gobierno de los toros, la caza y los adornos navideños en el espacio público y también porque estos temas forman parte del discurso del partido ultraderechista Vox. Además, el presidente del PP, Pablo Casado, volvió este lunes sobre el asunto, defendió los toros, la caza y la pesca, y aprovechó para acusar al Gobierno de «sectario y dogmático».

El PP, que necesita al menos dos votos de Vox para formar Gobierno en Andalucía junto a Ciudadanos, no llevaba en su programa electoral la defensa de los toros y de la caza, que sí figuraba en las propuestas de Vox. El PP, por lo tanto, no solo emula y blanquea a Vox en cuestiones tan graves y trascendentales como la posible ilegalización de los partidos independentistas, sino que también lo hace en temas menores como los citados.

Ante esta ofensiva para presentar a la formación de Santiago Abascal como un partido respetable, es legítimo preguntarse por la necesidad de que Vox entre en el Congreso si el PP ya desempeña su papel. El mentor de Casado, José María Aznar, es el principal inspirador de esta operación de blanqueo. Por ejemplo, cuando califica a Abascal de buen chico -al fin y al cabo, no hace tanto que militaba en el PP- o asegura que Vox es un partido constitucionalista que no está contra el sistema, aunque quiere reformarlo. El partido que no es constitucionalista, según Aznar -que no votó la Carta Magna y escribió contra ella-, es el PSOE, el que ha gobernado más años desde que se aprobó la Constitución. Otra afirmación que causa estupor.