En los dos años que lleva en el poder, el Gobierno del Partido Popular ha incumplido la mayoría de sus promesas electorales y ha aplicado una política de duros recortes que ha decepcionado a parte de su electorado fiel, como reflejan las encuestas. Ahora, el presidente Mariano Rajoy considera que lo peor del ajuste ha pasado, que la crisis no ha terminado, pero España ha salido ya de la recesión, y que la economía está encarrilada para volver a la senda del crecimiento. Por eso, ha llegado el momento de recuperar el electorado perdido con una serie de reformas de tinte conservador que se aprobarán en la recta final de este año y en el próximo.

La aprobación de la ley Wert satisface al electorado más derechista porque devuelve la religión a las aulas en una escuela más autoritaria, que ni el Aznar de la mayoría absoluta se atrevió a cuestionar. A ella se sumará la ley de seguridad ciudadana impulsada por Jorge Fernández Díaz , que resucita el concepto del "orden público", restringe el derecho de manifestación --con multas de hasta 30.000 y 600.000 euros-- y sustrae las sanciones a los jueces al tratar las infracciones por la vía administrativa, más fácil de aplicar y más difícil de recurrir. Y el presidente del Gobierno acaba de encargar una ley de servicios mínimos que puede convertirse en una limitación del derecho de huelga.

Ambas iniciativas legislativas provienen de una reacción típicamente conservadora y emocional ante el incremento de las protestas sociales en el primer caso y tras la huelga de basuras en Madrid en el segundo. Sin embargo, los servicios mínimos han funcionado bien en los últimos 35 años con una regulación de la huelga que se rige por un decreto de 1977. El giro conservador se completará con una ley del aborto más restrictiva que la de 1985 mientras se preparan medidas de estímulo de la natalidad.

Todas estas medidas pueden cohesionar el electorado del ala más derechista del PP, pero es dudoso que le sirvan a Rajoy para recuperar la base social que permite ganar unas elecciones mientras quienes confiaron en el cambio para superar la crisis no noten una mejora en sus expectativas económicas. De momento, el Gobierno anuncia más recortes y un endurecimiento de la reforma laboral, lo que significa que el final de la crisis está lejos.