Esta parece ser ya la legislatura de los relevos. Los dos grandes partidos extremeños, el PSOE y el PP, tienen amplias posibilidades de cambiar de líder y todos hacen sus cábalas para tratar de averiguar quién es el elegido o la elegida. Los socialistas tienen varios delfines, hasta cuatro por lo que aducen sus dirigentes. Son tantos (hombres y mujeres, de Cáceres y de Badajoz, de dentro y fuera del gobierno), que la dirección va a proponer derogar la ley de limitación de mandatos en Extremadura para abrir la posibilidad de que Vara pueda presentarse una tercera vez. Desde 2014 para acá solo se puede ser presidente de la comunidad dos legislaturas. El objetivo de los socialistas consiste en calmar los ánimos de la carrera. Hasta que el ‘jefe’ no quiera dejar el sillón, nadie va a dar el paso y se evitan conspiraciones y guerras internas a destiempo. Tensionar el partido en estos momentos, cuando se goza de mayoría absoluta y se puede hacer lo que se quiera sin tener que negociar con nadie, es absurdo. Y entrar en una guerra de primarias, cuando faltan casi dos años para el congreso regional del partido, directamente una torpeza.

En el PP, por el contrario, todos miran al norte. Digamos que el delfinario está menos concurrido. En Extremadura se está en la oposición y poblaciones de relevancia donde se haya ganado con contundencia solo hay una: Plasencia, un ayuntamiento en el que, no olvidemos, Fernando Pizarro ha arrasado electoralmente cuando los populares andan de capa caída en media España, perdiendo las elecciones en Cáceres y hasta en Badajoz, bastión popular desde hacía 24 años. La designación de Fernando Pizarro como portavoz regional de los populares extremeños es una señal y el anuncio de éste de que ésta será su última legislatura al frente de su ciudad dice mucho en favor de una tesis compartida dentro de las filas del PP de que, caso de que Monago opte por la retirada, éste podría ser el sucesor.

El actual presidente del PP no incumple la ley de mandatos de Extremadura; Monago solo ha sido presidente de la Junta una legislatura y podría optar a una segunda, pero si decide no concurrir a las elecciones -o Génova impone un relevo-, el alcalde de Plasencia estaría preparado.

Fernando Pizarro no hace declaraciones al respecto. Recibe apoyos y también presiones, pero es un militante disciplinado y, en consecuencia, no protagoniza jaleo alguno. Todo lo contrario, habla incluso de volver a la docencia, su trabajo antes de entrar en política, cuando acabe su mandato. En el camino de la sucesión no conviene levantar la cabeza demasiado porque acaban cortándosela a uno y su baza no es precisamente el control del partido, más bien todo lo contrario. Guarda sigilo y espera su momento si llega el caso. Así de simple.

Los aparatos de los partidos son maquinarias electorales engrasadas. Sobre todo el PSOE y el PP. Además, por ese orden. No digo que no realicen su labor de gobierno o de oposición según cada formación, pero la organización siempre está trabajando: construyendo estructura, captando militancia y, en suma, haciendo campaña cara al siguiente compromiso electoral. De ahí la importancia de contar con un líder o una cabeza visible lo antes posible. En el caso del PSOE, tardará en llegar al menos 2 años hasta su congreso regional. En el caso del PP, hay voces que ya adelantan el cónclave al verano que viene.

¿Cabe una bicefalia? Como caber, sí cabe. Nada lo impide en los estatutos de los partidos. El PSOE y el PP pueden designar un secretario general o un presidente (según cada partido) y, más tarde, cuando toque, elegir un candidato a las urnas. Sin embargo, en el PSOE no gusta este modelo desde los tiempos de Ibarra: quien manda en el partido es quien luego es candidato y, llegado el momento, presidente. En el PP, en cambio, no sería descartable una tutela de Monago y, cuando se llegue a las elecciones, decidir quién se presenta a los comicios.

Así y todo, aún es pronto para trazar estrategias certeras. En uno o dos años, con todo lo que nos viene encima, quién sabe lo que acontecerá. Lo que sí parece claro es que los tiempos en los que las transiciones de liderazgo se hacían con sosiego y se teledirigían desde Madrid ya pasaron. Agárrense que vienen curvas. En el PSOE, con tantos candidatos dispuestos, y en el PP, que seguro aparece alguno más, la cosa promete. Al tiempo.