U n estudio de la oficina europea de estadística, Eurostat, acaba de poner en cifras lo que muchos se temían: el conjunto de los asalariados españoles trabaja una media de 38,2 horas a la semana, dos horas más que la media de los 25 países de la UE y casi dos horas y media más que en el conjunto de la zona euro. En lo que a jornadas largas se refiere solo nos superan Letonia, República Checa, Eslovaquia, Estonia, Hungría, Polonia, Eslovenia, Lituania y Grecia.

El estudio abunda en un problema que aún está muy lejos de ser resuelto. Trabajar más horas para obtener un producto igual o inferior rompe con el tópico de la España de la siesta, pero no resuelve el mal real de la economía, que sigue siendo el uso inadecuado de los recursos disponibles tanto públicos como privados. La falta de convergencia en el gasto en educación, en infraestructuras, en investigación y en desarrollo tecnológico explican la desigualdad en la jornada laboral, así como el abuso de las horas extraordinarias --con mucha frecuencia no retribuidas--, pero ambas circunstancias muestran que la cuestión no debe ser cuántas horas se trabaja sino cómo. Y la prueba está en que la productividad española se arrastra por el suelo de los torpes de la UE.

Otra cosa es la elaboración de las estadísticas, pues si bien el estudio concluye que España tiene menos días de vacaciones que otros estados de la UE, también es cierto que dispone de un mayor número de días festivos.