Se puede predecir nuestro comportamiento? La respuesta es sí. Y además, añado, de una forma realmente precisa. Claro que todo esto puede parecer contraintuitivo, ya que por definición la introducción del ‘factor humano’ suele suponer altas dosis de aleatoriedad en cualquier circunstancia. Como siempre, se trata de hacerse las preguntas adecuadas: ¿qué se puede predecir? Y, sobre todo, ¿cómo?

Lo que puede predecirse (con exactitud) es el comportamiento colectivo. Nunca el individual, sino el agregado que supone un grupo de personas respecto a determinadas actuaciones (compra, inversión, votos, por poner algunos ejemplos sencillos). Hagamos una pequeña aclaración: evidentemente, una conducta individual puede ser anticipada. Pero normalmente requiere un conocimiento muy exhaustivo de la persona (y ahí existen datos que pueden incluso escaparse a los más cercanos). Y tiene un interés muy limitado: el coste de predecir no tendría mucho sentido, desde una consideración ‘comercial’.

Respecto al cómo, la contestación es evidente: tecnología. El avance en el tratamiento de datos ha hecho posible este tipo de herramientas predictivas. Ahora mismo, existen diferentes aplicaciones que permiten el análisis predictivo, pero ni son ‘públicas’ ni es sencillo acceder a ellas. Hay muchos equipos trabajando en este tipo de desarrollos, pero pocos han llegado a resultados fiables. En todo caso, la base es similar: la termodinámica social. Una especie de mapa de calor colectivo de lo que hacemos, compramos, vemos. De nuestras actuaciones, en definitiva. En su lectura está la clave.

En abstracto, como todas aquellas tecnologías que se introducen paulatinamente en nuestras vidas, puede parecer que estamos hablando de ciencia ficción. O difuminarse la utilidad de estos instrumentos predictivos. Nada mejor que un ejemplo para clarificar. En el proceso de primarias de un partido español, el candidato (pista ‘luminosa’: comparte jefe de gabinete con un expresidente extremeño) usó esta tecnología para diseñar su campaña y optimizar los resultados. Si han sabido leer correctamente la referencia, ya saben que no le fue mal. El uso, en ese caso, fue un éxito.

AlGUNO PODRÍA señalar que no sólo esta tecnología debe tener un uso limitado, sino que prácticamente debe estar oculta. Si tenemos en cuenta las predicciones en los últimos años sobre las elecciones, no podrían haber estado más erradas. Pocos pensaron que Trump ganaría (les recomiendo el último documental de Michael Moore sobre el tema), el Brexit fue una conmoción. Sin ir más lejos, la irrupción de Vox en Andalucía no fue realmente anticipada en la mayoría de los sondeos.

Pero aquí hablamos de demoscopia, no del propio uso de la tecnología. No es cuestión de preguntas, sino de la forma en que se formulan. No es que la mayoría de los métodos se estén quedando anticuados en sus herramientas, sino en el propio planteamiento. Pongamos (otro) ejemplo: el conocido Estudio General de Medios. Publicitado durante décadas como la verdadera medición de medios en España, servía como referencia para conocer qué público tenía cada medio. Esto es muy relevante, porque daba acceso a un mayor número de anunciantes. Pero algunos medios empiezan a hacer caso omiso de los resultados del EGM. ¿por qué? Por su método. Por ejemplo, respecto a programas radiofónicos, no sólo se llama a oyentes mediante teléfonos fijos (¿?) sino que no tiene en cuenta ni la descarga de programas ni aquellos que escuchan a través del podcast. El resultado, claro, no puede ser más inexacto.

Leemos mucho que los datos son el nuevo ‘petróleo’. Sin dejar de ser cierto, es poco más que un mantra repetido que toma la parte por el todo. Ahora mismo, los datos sólo son oro para aquellos que pueden tener una toma realmente amplia y pueden pagar por el tratamiento. Esto reduce mucho la lista y explica la poca ‘democratización’ de la tecnología predictiva.

Para aquellos especialmente preocupados por sus datos u obsesionados por el control que ello puede suponer (entonces, nunca paguen con tarjeta…), cabe decirles que la mayor parte de los datos que se usan ahora son “ciegos”. Es decir, devuelven perfiles de comportamiento, no “fotografías” individualizadas. Esto es por la razón por la que el análisis de un comportamiento individual no interesa

¿Usos? De eso, si quieren, hablamos otro día.