No es una locura. Nuestro vecino, el llamado milagro económico socialista portugués, lo aprobó hace meses para sus empleados públicos.

Por si no lo sabían, Portugal ha pasado en poco tiempo, apenas ocho años, del rescate de la troika --obligado a pedir 78.000 millones de euros al Fondo Monetario Internacional (FMI), la Comisión Europea y el Banco Central Europeo-- a estar entre los países que más crecen.

Los lusos han pasado del 11,2% de 2010 al 0,5% de déficit público actual. Lo curioso, y distinto a nuestro país, es que las izquierdas aprendieron que había que subir los salarios, pero recortando el gasto público para lograr el necesario control del déficit y la deuda. Trabajo remunerado y gasto público justo y suficiente.

Pues sí, el gobierno luso ha adoptado una medida que pareciera contraria a lógica, pero para eso hay que olvidarse de los votos y pensar más en los votantes. Portugal permitirá la prejubilación con el 100% en su caso, y en base a los años y cotizaciones realizadas de los empleados públicos a los 55 años y con derecho a una segunda actividad siempre y cuando no sea la misma, cotizando al Estado por esta y dependiendo el haber regulador de la misma.

Perderíamos activos, adelantaríamos cuatro años las pensiones, aunque recalculadas, pero reemplazadas por nuevos cotizantes. Los beneficios van más allá.

En el caso de la educación pública, descanso a aquel que ha dedicado su vida a la educación, conciliación a hijos/as, nietos/as, cuidados a padres y madres, incorporación de los egresados, renovación pedagógica y metodológica a las plantillas docentes, acercamiento intergeneracional con la comunidad educativa y cercanía y empatía con los nuevos retos sociales de éstos.

En definitiva, una primera y una segunda oportunidad para muchos, un descanso merecido para otros y una solución no sólo económica, sino competitiva y efectiva.

Los datos objetivos arrojan que en diez años necesitaremos 200.000 docentes más y que de seguir así, la media de edad de estos estará por encima de los cincuenta años. Nuestro sistema educativo también deberá incluir nuevos perfiles y una atención más individualizada.

No me gusta pecar de iluso, aunque sí aprender de los lusos.

@SaturAcosta