ETA es rutinaria en sus métodos. Cuando atenta contra las fuerzas de seguridad del Estado y el objetivo es por lo tanto militar, no avisa previamente, se ensaña en la búsqueda de víctimas mortales. En cambio, cuando sus bombas procuran la destrucción de instalaciones civiles, hay un preaviso, que no es un signo de piedad, sino una estrategia encaminada a evitar que un exceso de sangre derramada eleve demasiado el tono de la condena y cause desazón en sus partidarios menos cerriles.

Pues bien: el atentado de anteanoche contra la rotativa de ´El Correo´, cuando estaban trabajando una cincuentena de operarios en él, se produjo sin preaviso alguno. De no haber sonreído el azar, la brutalidad pudo haber desembocado en una colosal tragedia. En definitiva, y aunque los argumentos de los terroristas sean absolutamente irrelevantes para los demócratas, resulta elocuente y revelador el hecho de que, para estos alunados fanáticos, los medios de comunicación, es decir, la información y la inteligencia, se hayan convertido en un objetivo militar.

Matar al adversario como hace ETA es dar rienda suelta al más primario y animal de los instintos. Los terroristas llevan más de 40 años en ello, y lejos de progresar en sus construcciones ideológicas, en su proyecto vital, en sus elucubraciones políticas, permanecen en ese estado germinal de la brutalidad inhumana, de la respuesta agresiva y zoológica de la fiera irritada.

Pero en ocasiones llegan --parece-- a una conclusión de cierta desesperanza: no basta con eliminar físicamente al enemigo, con someter al adversario a un régimen riguroso de extorsión y terror; hay que impedir que los ciudadanos piensen, que conozcan la realidad, que se informen de cuanto acontece. Solo así, si prosperase realmente esta intención, su delirante causa, basada en la violencia y en lo más ruin que alienta la naturaleza humana, podría albergar alguna esperanza.

Quemar los libros, destruir los periódicos, cortar los canales de comunicación, desestructurar la sociedad española, proscribir la memoria son los vectores que forman el proyecto autoritario de todos los déspotas.

La banda terrorista ETA no puede arraigar ni prosperar allá donde la información libre circula, donde los individuos son capaces de tejer redes solidarias, donde los predicadores de la mentira pueden ser fácilmente desenmascarados.

Por ello, y en defensa de la libertad y en contra del terrorismo, la plantilla de EL PERIODICO EXTREMADURA y su empresa editora se solidarizan con admiración y respeto con la de ´El Correo´.