Jesús Neira es torpe. Es torpe porque ha obrado con torpeza. En su caso habría que invertir los términos del refrán y decir: Con uno que hagas, y cien que yerres, todo lo pierdes . Porque él fue héroe por un día al defender a una mujer que estaba siendo agredida por su pareja, aunque ella siempre lo negó. Pienso que actuó más por prepotencia que por justicia, y además, insultando al otro. Este acto, loable, sí, pero realizado por muchos héroes anónimos, recibió como compensación la medalla al Mérito Civil y un cargo político en la Comunidad Autónoma de Madrid.

Jesús Neira ha sido torpe porque no ha sabido mantener su papel de héroe, y más habiendo estado en coma varios meses. En cuanto tuvo fuerzas se mostró prepotente, irreflexivo, irascible e intolerante. Le gusta insultar y arremeter contra todo. Si un día tuvo un gesto valiente, hoy no es ejemplo de nada.

Al cogerlo in fraganti conduciendo con una tasa de alcoholemia tres veces superior a la permitida, no lo reconoce, pregona una ética intachable y lo que es peor, se excusa echando la culpa al medicamento que toma por aumentar, según él, la tasa de alcohol en sangre. Su actitud ante los agentes que lo detuvieron fue violenta. Este hombre ¿a quién cae bien? Pienso que a muy poca gente y eso se lo ha ganado a pulso él solito. Ya lo decía el maestro: Por sus actos los conoceréis .

El eminente profesor, el héroe por un día que llegó a tener el reconocimiento de todo el mundo, se envaneció tanto que su ego le perdió.

Sus acciones son propias de la extrema derecha, recuerda el cuento del lobo con piel de cordero, se ve cómo es verdaderamente en cuanto se desprende del disfraz.

La mayoría pedía su dimisión. Afortunadamente, han encontrado la solución para mandarle a casa disolviendo el organismo del que fue nombrado presidente. Y todas las voces han gritado ¡hurra!

Si Neira hubiera sido listo, su heroicidad y admiración pública le habrían acompañado toda su vida, pero ha podido más su prepotencia. Váyase a casa, señor Neira.