Desde el pasado 1 de mayo, los profesionales enfermeros británicos han visto incrementada la lista de fármacos y productos sanitarios que la legislación de este país les permite prescribir. En Suecia, los profesionales de Enfermería tienen reconocida también esta competencia en su normativa desde el año 1985, convirtiéndose así en país pionero en permitir la prescripción enfermera en Europa, estela que, en años sucesivos, siguieron otros países del entorno comunitario e internacional, como Nueva Zelanda o Estados Unidos. Un capítulo en el que España todavía sigue a remolque , pese a la reiterada reivindicación de la Enfermería, parte de la profesión médica y los propios usuarios, que impide la libre circulación de los profesionales sanitarios entre los países. Todos ellos son partidarios de la prescripción farmacológica y de productos sanitarios en un catálogo cerrado por parte de los profesionales enfermeros, menos nuestros responsables políticos. Así se desprende, al menos, a tenor de lo sucedido en la tramitación parlamentaria de la futura Ley del Medicamento, momento que no han sabido aprovechar para avanzar en la mejora del Sistema Nacional de Salud (SNS), en beneficio del usuario y del desarrollo de la profesión enfermera. Una medida especialmente necesaria, dado el nuevo contexto social acaecido en España, en los últimos años, caracterizado por una población cada vez más envejecida y una tasa de inmigración cada vez más elevada, factores ambos que dibujan los nuevos retos a los que se enfrenta el Sistema Sanitario Público español.

A ello se unen otros dos datos objetivos que justifican el paso hacia el reconocimiento legal de la prescripción enfermera en un catálogo cerrado: el pronunciamiento de la Organización Mundial de la Salud y la formación universitaria de nuestros profesionales enfermeros. Y es que hay que recordar que la OMS reconoce que los trabajadores sanitarios españoles lideran el ranking de éstos como mejores profesionales a nivel mundial, a lo que habría que añadir la adecuada preparación universitaria de los enfermeros en Farmacología General y Farmacología Clínica de hasta 9,5 créditos, superior en ocasiones a la de otros profesionales sanitarios, lo que les capacita para aconsejar e indicar los medicamentos o productos más convenientes para los problemas de salud de nuestros usuarios. Y si a la Administración sanitaria todavía le faltan motivos para llevar a cabo el reconocimiento legal de la prescripción enfermera de fármacos y productos sanitarios en un catálogo cerrado, piénsese en los beneficios que tendrá para el usuario y el funcionamiento del SNS: reducción de la automedicación, correcto acceso a los medicamentos y productos sanitarios por parte de los usuarios y un mejor aprovechamiento de los recursos disponibles en el Sistema, tanto humanos como técnicos.

Con una medida de este tipo, el Sistema sanitario público español ganaría. Y también ganarían los propios profesionales sanitarios, ya que el nivel de satisfacción de éstos por su labor diario aumentaría, al mismo tiempo que favorecería el trabajo multidisciplinar y de colaboración entre los profesionales del sector, lo que, en definitiva, redundaría en beneficio de los usuarios. Pese a la exclusión de esta reivindicación en la futura normativa del medicamento, en SATSE consideramos que todavía hay margen para que sea posible la negociación, en un marco de diálogo constructivo y respeto a la legalidad vigente, de la prescripción por parte de los profesionales enfermeros en un catálogo cerrado. Entre otras cosas, porque está en juego la mejora del propio Sistema sanitario público, ante los nuevos retos sociales en la España del siglo XXI.

En estos días, en que celebramos el 20 aniversario de la Ley General de Sanidad, que dio origen al actual SNS, la reivindicación de los profesionales enfermeros resulta muy justa en el deseo de fortalecer nuestro Sistema sanitario, pilar básico del Estado del Bienestar. Ahora sólo falta que la Administración también así lo desee.

*Secretario regional de SATSE