El lamentable espectáculo de las presiones diplomáticas de EEUU hacia algunos países que se resisten a dar el a los planes bélicos de Washington hace inexcusable una revisión de algunos de los parámetros del orden internacional. Todo el mundo sabe que en el teatro de la ONU, una institución que puede quedar herida de muerte por esta crisis, cada uno tiene el peso que tiene. Por eso lo que nos jugamos no es sólo empezar un conflicto bélico injusto, sino también pisotear lo poco de democrático que le queda a la vetusta institución. Países como Chile y México están aguantando la presión de Bush y haciendo una encomiable defensa de su soberanía. Ante este panorama resulta casi risible el optimismo de la ministra española de Asuntos Exteriores, Ana Palacio, que ayer insistía en que se abre paso un consenso en la ONU.