Durante meses hemos asistido al gran circo de las filtraciones interesadas a los medios de comunicación en casos de presuntas corruptelas vulnerando derechos fundamentales reconocidos en la Constitución de España, sin que hasta el momento nadie haya movido un dedo, cuando el Código Penal castiga en su artículo 466 a quienes revelaren actuaciones procesales declaradas secretas por la autoridad judicial.

Un motivo que haría saltar los resortes del Estado democrático y de derecho amparando los derechos constitucionales de los implicados, pero en España a Montesquieu , ni está ni se le espera, yace bajo la losa desde hace demasiado tiempo porque en la España carpetovetónica pululan a sus anchas los títeres, los murmuradores de lo insustancial y el empobrecimiento intelectual sectario alimentado de salsa rosa, charanga y pandereta.

La libertad de información es uno de los pilares de toda democracia, pero en una democracia sana los medios de comunicación tienen que ser responsables y sus profesionales basar sus informaciones y opinión en el rigor y la verdad, aunque hoy en España la presunción de inocencia se ha convertido en una leyenda urbana.

No sé si recordarán el caso Arny en Sevilla, donde la Audiencia Provincial sevillana, desmanteló una amplia red de rumores y daños morales causados por parte de los medios de comunicación, quienes convirtieron la presunción de inocencia de 32 de los 49 imputados en presunción de culpabilidad, porque esa es la noticia.

El caso Arny demuestra que generar un estado de opinión sectario e interesado en los ciudadanos no solo socava los derechos constitucionales de los afectados, también se crea un clima de desconfianza en las instituciones y al mismo tiempo se conforma una opinión pública al que nada resiste.

La condena popular de un inocente es algo realmente inconcebible en una sociedad democrática como la nuestra, donde sólo son culpables aquellos que una sentencia dictada por un tribunal de justicia así les declara. Y lo peor de todo es que al final ni se busquen ni se asumen responsabilidades una vez que los tribunales resuelven.

Pleitos te dé Dios aunque los ganes . Y es que ante una buena maldición que se quite el mal de ojo, la brujería, los hechizos y la magia negra. ¿O no?