El 8 de marzo es el Día de la Mujer Trabajadora. Vivimos en una sociedad donde, por desgracia, las desigualdades entre hombres y mujeres aún son vigentes. La mujer ha vivido subordinada al hombre durante la mayor parte de la historia, injusticia que fue muy criticada por Olympe de Gouges, escritora que vivió en el contexto de la Revolución francesa. Aunque no tuvo una vida fácil, su ejemplo sirvió de modelo para los grandes movimientos feministas de los siglos XIX y XX. En un contexto donde a priori parecía que los términos "igualdad, libertad y fraternidad" tenían un sentido, publicó la Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana. En ella puso en valor los derechos y libertades de la mujer sin dejar en segundo término los del hombre, justificados en la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789. Su reivindicación y lucha la llevaron a ser guillotinada en 1793. El caso de esta escritora evidencia un problema que hoy aún existe: la desigualdad de sexos. Y la única solución que encuentro para eliminarla es que mujeres y hombres luchemos juntos, desde la buena educación a nuestros niños. En el siglo XX, figuras como Simone de Beauvoir transmitieron este mismo mensaje. Para la filósofa, una mujer no nace, se hace, debe tomar conciencia de sí misma para rechazar los roles establecidos por los hombres. Siguiendo con su filosofía, ser lo que los hombres esperan que las mujeres sean es una elección. Las mujeres se realizan, no tienen una esencia previa. Primero existís y a partir de aquí cada una decide, por sí misma, qué ser.