Nunca me habrán escuchado enfrentar a compañeros de la escuela pública y la escuela concertada, más allá de la obligatoriedad del Estado de ofrecer a cada alumno un puesto de titularidad pública, ofreciendo la máxima calidad y la disponibilidad, en su caso, para cumplir lo establecido en nuestra Constitución y ofertar, pues es voluntario, un puesto escolar de titularidad concertada o privada. Lo que muchas familias desconocen y la publicidad mediática no desmiente, es que la libertad es de enseñanza, no es de centro educativo y por tanto, habría que garantizar previamente un puesto escolar público para todos los potenciales alumnos en etapa obligatoria, y recalco lo de obligatoria, en su caso, y cada año con en el arreglo escolar correspondiente de oferta y demanda.

Del mismo modo, nunca critiqué la libertad de elección de enseñanza, que no de centro, aunque muchos otros ataquen y defiendan a ambos indistintamente y al unísono, familias, alumnos y docentes, según calendario electoral y según convenga a sus intereses. Ambas titularidades debemos coexistir, lo mantengo y lo defiendo, pero en su justa medida y, sobre todo, garantizando la obligatoriedad y puestos de trabajo de la enseñanza pública frente a la voluntariedad de la escuela concertada o privada.

Debo ser de esos «bichos raros», disculpen la expresión, que no odian a diestro ni siniestro y que respetan el trabajo realizado por los docentes de la concertada o privada y la elección de sus familias, pero lo cortés no quita lo valiente, como se dice.

Nunca se debe confundir una obligación con una devoción, ni en este caso, favorecer enseñanzas que fuera de toda obligatoriedad, pueden y van, a perjudicar a la escuela pública, porque es obligación estatal, que no autonómica, garantizar la continuidad de estos puestos de titularidad pública para nuestros alumnos. Seguramente todavía no adivinan el por qué de esta queja sin queja.

Madrid y Andalucía quieren «concertar» los estudios de Bachillerato para alumnos con pocos recursos en los centros concertados/privados, lo cual suena muy bien y solidario a priori, el problema es que dicha enseñanza no es obligatoria, y por tanto no susceptible de ser sufragada, pues en los mismos términos el resto de enseñanzas postobligatorias debieran también serlo. Y no crean sea una cuestión de desfavorecer a nadie, Dios me libre, el problema y cualquier madre de familia o padre, puede entender, es que si con el mismo presupuesto, quieres dar golosinas a unos, tienes que restar a otros, pero para esos otros, contrariamente a golosinas es quitar el pan del día a día, y con el pan no se juega, sobre todo si es tu obligación, no devoción. A buen entendedor...

* Maestro