Tu coche es un buen coche. Te sube a los 180 km/h con desahogo. Ya lo pusiste una vez a esa velocidad por una autovía durante varios minutos. Sólo por ver hasta dónde podía llegar. Pero tú no eres de los que corren, porque casi nunca llevas prisa. No te gusta comerte el tiempo sin saborearlo. Y no entiendes a esos conductores ansiosos de velocidad que presumen de tardar menos y nada en recorrer lo que tú tardas el doble y más. Tú vas a velocidad legal, escuchando música o la radio, y no llegas tarde a tu destino, llegas a la hora prevista. Hay quien pisa el acelerador porque le gusta correr. Digamos que disfrutan conduciendo y la velocidad les estimula. Está claro que se juegan sus multas, pero no renuncian a su carácter, como el escorpión que picó a la rana.

Luego están los «cagaprisas», esos que corren más de la cuenta para llegar con una hora de antelación a su lugar de destino. Luego se quedan pensando qué hacer con su vida los sesenta minutos sobrantes. Suelen ser amigos íntimos de todas las prisas. Por ejemplo, buscan siempre el recorrido más corto para llegar antes a los sitios, aunque el atajo sea un camino de cabras. Se levantan de las butacas de los cines poco antes del anuncio del final de la peli. Tardan lo justo en usar el aseo de los bares y no suelen lavarse las manos después de orinar. Digamos que les comen las prisas.

A veces te cruzas por la calle con algún conocido «inventaprisas. Sí, esos que tienen todo el tiempo del mundo para hacer lo que quieran, pero dicen que no tienen tiempo para nada. Vamos, que aún sin tener nada que hacer están más ocupados que un presidente de gobierno. Apenas se paran cuando les saludas por la calle. “Perdona, no me entretengo, tengo mucha prisa”, exclaman. Y tú te quedas pasmado, preguntándote qué tendrán que hacer que no pueda esperar.

Últimamente te encuentras a algunos amigos jubilados “inventaprisas», que también los hay. Vas camino de los 60 años y a veces te preguntan cuándo te jubilas. Tú eres de los que madrugan, trabajan 37 horas a la semana y te gustaría tener más tiempo libre, pero prefieres no jubilarte. No quieres vivir con tantas prisas.