Cuando se llega a mayor y estás a punto de jubilarte, con 40 años de trabajo, muchas veces de forma espontánea y otras por lo que sucede a tu alrededor, una se hace reflexiones, mira hacia atrás y te das cuenta de cómo y cuánto ha cambiado la sociedad en muchos aspectos; pero con relación a otros, qué pasitos tan pequeños está dando. Es cierto que la sociedad es mucho más solidaria y tolerante con muchos colectivos que precisan de nuestra ayuda; que los gobiernos hacen políticas sociales que mejoran la calidad de vida de estas personas. Hasta aquí todos hemos de felicitarnos de que socialmente se han hecho grandes logros.

Pero, por viejo y obsoleto, va a construirse un colegio e internado nuevo para los niños de Proa y, de repente, me doy cuenta que la mentalización y sensibilidad social hacia este pequeño colectivo no existe. Todos nos permitimos opinar y presionar y, casi todos, anteponiendo nuestros mínimos beneficios al gran perjuicio que en mentalización social e integración de estos chicos estamos haciendo.

Rodríguez Ibarra, Carmen Heras, Fernández Vara, los presidentes de las Asociaciones de Vecinos de Aldea Moret y del Nuevo Cáceres, la Asociación Mejostilla-Nuevo Cáceres-Aldea Moret, etcétera, se han manifestado y siempre sin pensar o pensando parcialmente en el colectivo Proa .

Ibarra, Heras y Vara pensando en mayorías, aunque harán un colegio de lujo que costará un montón de millones.

El presidente de la Asociación de Vecinos de Nuevo Cáceres (creo que no el barrio en sí) que, según sus palabras, no quiere convertir su barrio en un gueto. En la Extremadura del siglo XXI no existe ningún gueto.

La Asociación Mejostilla-Nuevo Cáceres-Aldea Moret es más de lo mismo.

El presidente de la Asociación de Vecinos de Aldea Moret pensando en evitar la construcción de viviendas en el solar actual de Proa y en mínimos beneficios empresariales, que no culturales ni sociales, ya que han dejado casi sin sus propios niños a su colegio (Gabriel y Galán) y un IES que se pretendía construir.

Ven como un perjuicio que Proa (con 80 alumnos) se ubique en otro lugar y no quieren ver el daño que sus propios vecinos hacen al barrio llevando a sus hijos (86 este curso) a cualquiera de los otros colegios del centro de la ciudad. Es curioso que la asociación de vecinos no exija a sus convecinos que sus hijos vayan al colegio del barrio para revitalizarlo, y sí manifiesten esa intransigencia con que Proa pueda instalarse en otro sitio de la ciudad, exigiendo a este pequeño colectivo lo que no pide a los suyos.

Señores lectores, coincidirán conmigo en que los pasitos de Mentalización Integradora Integral son tan pequeños que algunos veces parece que no se han empezado a dar.

María Escalona **

Maestra