Mariano Rajoy (y con él, miles de jubilados en España) tiene un problema del 0,25%. Esa es la insignificante revalorización anual de las prestaciones de jubilación en los últimos cinco años en España (desde la reforma del 2013), una cifra que ha motivado la indignación de los jubilados plasmada en multitudinarias manifestaciones que se repetirán este fin de semana. Las protestas --y las encuestas que indican que parte del desplome general del PP se explica por el abandono del voto de los jubilados, tradicional caladero de sufragios del partido del Gobierno-- llevaron ayer a Rajoy a comparecer en el Congreso para explicar sus intenciones respecto las pensiones.

El presidente, de entrada, no cayó en la tentación de presentar nuevas propuestas o de prometer reformas profundas del sistema de pensiones. Al contrario, aprovechó su comparecencia para presionar a los partidos de la oposición (especialmente al que se supone que es su socio prioritario, Ciudadanos) para que le ayuden a sacar adelante los Presupuestos, ya que las medidas que propuso (una mejora de las pensiones mínimas y de viudedad en el 2018) las condicionó a un acuerdo sobre las cuentas del Estado, que ahora mismo no tiene ni mucho menos garantizado. Rajoy también afirmó que un paquete de medidas fiscales a rentas bajas se extenderá a las pensiones, aunque no precisó si estas medidas se llevarán a cabo si no logra mayoría para aprobar los Presupuestos.

Más claro estuvo Rajoy al rechazar una subida de las prestaciones acorde a la del IPC que permita a los jubilados no perder poder adquisitivo. El presidente del Gobierno apeló al Pacto de Toledo para tratar los asuntos estructurales, y tiene razón que ese es el marco. El problema es que hace tiempo que ese debate debería haberse llevado a cabo y se va posponiendo mientras la tormenta perfecta --se jubilan quienes han cotizado más tiempo con salarios más altos en un momento en que la Seguridad Social recauda menos a causa del empleo ‘low cost’ y con una hucha desvalijada después de años de crisis en que se recurrió a ella para afrontar otros gastos-- no solo pone en riesgo la supervivencia a medio plazo del sistema, sino la calidad de vida de los jubilados de hoy. Las pensiones tienen problemas coyunturales y estructurales. Urge acometer una reforma completa del sistema, y eso va mucho más allá de unos Presupuestos concretos.