Presidente autonómico de Enseñanza CSI-CSIF

La salud es un derecho del ciudadano que define la Organización Mundial de la Salud como el estado de bienestar alcanzado mediante el equilibrio físico, psíquico y social del individuo.

Para la mayoría de los humanos el trabajo es un bien tan importante como escaso, y constituye para el hombre y la mujer, además de un derecho, una necesidad económica capaz de satisfacer sus necesidades y de facilitar el mantenimiento de una vida digna.

Discapacidad es un término muy utilizado en los últimos tiempos. Acaba de finalizar el Año Internacional del Discapacitado, pero la realidad es que la sociedad, en términos generales, no ha evolucionado lo suficiente como para solidarizarse con quienes sufren alguna limitación que les sitúa en desventaja con respecto a los demás.

Aunque en teoría la ley garantiza sus derechos a quienes sufren una minoración, derechos que son innatos, sacros e inviolables, no se observa que se les facilite la participación de la vida social en todas las dimensiones y a todos los niveles accesibles a sus posibilidades.

Coincido plenamente con la postura que ha expresado la Santa Sede en su Mensaje de Navidad acerca de los discapacitados. La calidad de una sociedad y de su civilización se mide por el respeto que manifiesta hacia los más débiles. Una sociedad teocráticamente perfecta, en la que se admiten sólo a miembros plenamente funcionales y donde alguien que no se ajuste a este modelo no sea apto para desempeñar un papel propio, siendo marginado, debería ser considerada como indigna del hombre, aunque fuese ventajosa económicamente.

Al igual que en cualquier otro ámbito laboral, existe en el sector de la enseñanza un número elevado de profesores que padecen algún tipo de discapacidad, provenida por vía congénita, por enfermedad crónica, sensorial, profesional o por accidente. Múltiples son los factores de riesgo de los docentes que provocan daños como disfonías, estrés, intoxicación, alteraciones del sistema nervioso central, ansiedad, depresión, etcétera.

A pesar de la catalogación de enfermedades profesionales y de los agentes causantes de las mismas que presenta la Ley de Prevención de Riesgos Laborales, los profesores no tenemos reconocida ni catalogada ninguna enfermedad como profesional, siendo consideradas todas ellas como comunes.

Lamentablemente cada vez son más los profesores que sufren a lo largo de su vida profesional una enfermedad o una lesión que les incapacita de forma parcial para el ejercicio de la labor docente, sobre todo para la docencia directa, y que desean continuar en su trabajo con las adaptaciones laborales necesarias: tareas administrativas en centros educativos, bibliotecas de los centros, CPRs, unidades de programas educativos, etcétera. Sin embargo la Administración educativa jamás ha sido sensible a este problema, limitándose a esperar que pasen los plazos legales para relegar a estos profesionales a una situación de discapacidad laboral absoluta. Incomprensiblemente, al mismo tiempo, la misma Administración que niega el pan y la sal a los profesores que adquieren la discapacidad durante su vida profesional, reserva en cada convocatoria de oposiciones un tanto por ciento de plazas para aspirantes con discapacidad, elimina las barreras arquitectónicas que existen en los centros educativos y facilita a los alumnos con necesidades educativas especiales profesores de apoyo, adaptaciones curriculares, logopedas y terapeutas, traductores de lenguaje de signos, etcétera.

Los profesores estamos hartos de escuchar de boca de los políticos expresiones gradilocuentes y vacías de contenido acerca de la prioridad de la Educación y de la Sanidad. Hechos son amores y ahora la Consejería de Educación tiene una buena oportunidad de demostrar su preocupación y su responsabilidad.

La LOCE, en su artículo 62, posibilita a las comunidades autónomas al establecimiento de medidas de apoyo al profesorado en el sentido de sustituir de modo parcial la jornada lectiva por actividades de otra naturaleza.

Espero que nuestros gobernantes en Extremadura no miren para otra parte esperando qué hacen las demás autonomías, pues así no dejaremos de ser, tristemente, la cenicienta.