Cuando leo en la distancia, con orgullo, lo bien dotados de medios informáticos que están los centros escolares extremeños; cuando leo el éxito mediático del Proyecto Linex que muchos países quieren hacer suyo, siento una alegría enorme, pero cuando bajo de la nube de la ilusión y pongo los pies en la tierra, me doy cuenta que las cosas no son como nos las quieren hacer ver a los ausentes especialmente. Nací en Valencia de Alcántara (Cáceres) y tuve que marchar como tantos otros ya hace más de cuarenta años. Me interesa todo lo relacionado con la cultura extremeña, que descubrí a través de www.paseovirtual.net. Y me preocupo desde lejos en enlazar, dentro de mis limitaciones de tiempo de ocio, medios técnicos y otras cosas, los hechos culturales de mi pueblo y los de otros de la región. Cuando el boom informático, todas las instituciones oficiales se gastaron su buen dinero público en montar sus páginas web oficiales y presumir por el mundo. Pero se olvidaron, o no se enteraron, que es peor, que esas creaciones eran como si fueran plantaciones de árboles, a los que había que cuidar y mantener, porque si no se mantienen, puede pasar como pasó en Valencia de Alcántara en agosto de 2003. Ya me he cansado de intentar contactar con la página del ayuntamiento de mi pueblo, y nadie me contesta o me devuelven los correos y lo he dejado por imposible. Pero lo más triste es que en el deseo de divulgación de un hecho cultural de otra comarca extremeña, a las puertas del año 2006, para contactar con una persona de un departamento de Cultura del ayuntamiento de mi pueblo, nos tengamos que comunicar a través del teléfono (a nuestro cargo, claro), o a través del correo postal, con lo que tarda, y con lo fácil que sería a través de internet. Desgraciadamente, este amigo me dice que las cartas me las escribe a mano y me las envía por correo postal, porque tienen en su lugar de trabajo un ordenador que no se puede conectar con la impresora. ¿Dónde están los progresos informáticos en Extremadura, cuando un departamento relacionado con la cultura, está atado de pies y manos? Pues eso. RAFAEL ROBLEDO. Granollers