WLwa Audiencia Nacional prohibió ayer el congreso de Batasuna que estaba convocado para el próximo sábado y prorrogó la anterior suspensión de sus actividades durante dos años más. Es la aplicación directa de la sentencia judicial que en su día ilegalizó a Batasuna y a las organizaciones bajo las que se pudiera amparar su continuidad.

Aunque la ley sea siempre la ley, en todas partes la habilidad jurídica ha sabido encontrar interpretaciones flexibles de ella en ocasiones excepcionales. Eso ha servido para hacer justicia, pero no mecánicamente y al pie de la letra, con el objetivo de no desatender necesidades sociales más amplias. Ahora, que se esperaba que Batasuna hiciese un tímido desmarque de los procedimientos violentos o de ETA, era una buena oportunidad para llevar a cabo uno de esos esfuerzos. En contra sólo estaba la crispación partidista desplegada por el PP sobre éste y otros temas.

Batasuna tiene vetada como tal su participación en la vida pública, pero la apuesta por la normalidad de las personas que forman su base social sería un factor importantísimo para alcanzar la paz en Euskadi. El congreso podía, quizá, albergarla. Es una pena no haber encontrado la fórmula.