Tengo prohibido pensar en algo que carece de importancia, lo que merece la pena es lo que es vital. He estado dormido, después he despertado, pude pensar que lo vital es alimentarse bien para cubrir las necesidades fisiológicas de mantenimiento para tener buena salud. Los designios están en la divina providencia; si mi carta sirviera a alguien de ayuda me sentiría recompensado. Una carta mía titulada «Hasta que la muerte nos separe» le sirvió de ayuda a una madre; ella perdió dos hijos en el mismo año. Saber que la muerte hay que aceptarla como voluntad de Dios, tener fe en él y no perder nunca la confianza en Dios y en su misericordia.