WLwos poderes empresariales mundiales no reaccionan ante los retos en que la humanidad se juega el futurol Foro de Davos ha reunido otra vez a políticos y empresarios de los países desarrollados de Occidente, sin presencia relevante del Tercer Mundo y de las potencias económicas emergentes, aunque sí de personajes de Hollywood en busca de protagonismo. En Davos preocupa sobre todo el equilibrio financiero mundial, el progreso de China, el lento crecimiento europeo y la política exterior de EEUU. Pero este año las sesiones han sido animadas por las propuestas alternativas de Chirac, Schröder y Blair. Chirac ha planteado un impuesto internacional, similar a la tasa Tobin, para luchar contra la pobreza y el sida. El canciller alemán ha pedido acabar con las subvenciones y aranceles que ahogan las exportaciones del Tercer Mundo. Y Blair reclama unidad ante el cambio climático. Se podría pensar a partir de estas intervenciones que los intereses del Foro de Davos han empezado a confluir con los del alternativo Foro de Porto Alegre. Está lejos de ser así. EEUU y las grandes empresas ya aceptan escuchar en campo propio declaraciones bienintencionadas sobre temas en los que la humanidad se juega su futuro. Pero su fría respuesta no augura que estén dispuestos a actuar para solucionarlos.