Zapatero quiere firmar un contrato con "la Naturaleza" y Rajoy exonerar del IRPF a siete millones de contribuyentes. La campaña promete. Los socialistas la centran en Zapatero --imagen, mirada, cuidada puesta en escena, aprovechan al máximo su indudable telegenia--; mientras que los populares --conscientes del limitado tirón televisivo de Mariano Rajoy--, apuestan por un discurso en el que ofrecen cosas concretas. Por ejemplo: librar del IRPF a un segmento amplio de contribuyentes o modificar las leyes para que un escolar pueda cursar sus estudios en español con independencia del lugar de España en el que resida.

A cien días vista del 9-M (fecha de las elecciones), al presidente del Gobierno parece que sus asesores le han construido un discurso que evita trazar un balance de la Legislatura y prefiere centrarse en el futuro, enclave en el que las cosas siempre son más amables porque no hay forma de contrastarlas con la realidad. De ahí la nueva hipérbole dialéctica ("un contrato con la Naturaleza") levantada alrededor del desafío que supone el cambio climático. Sí el contrato fuera incumplido, ¿quién reclamaría? ¿la Naturaleza? Este tipo de propuestas --que remiten al poético mundo de la Utopía--, tienen su público. Sobre todo, gente joven ilusionada con cambiar el mundo.

En esto del cambio climático, el PP inició la campaña con mal pie.

Para ser exactos, con el traspiés de Rajoy evocando a su famoso primo. Lo que dijo camino de Sevilla era una obviedad: predecir lo que va a pasar dentro de cien años es más cosa de profetas que de políticos, pero lo dijo olvidando que en política, el adversario vive esperando el error del contrario. Y, ahí ha quedado la idea de un Rajoy insensible al problema, real, del cambio climático.

Ya digo, la campaña promete.