Incluso con la reciente victoria de Boris Johnson en las elecciones del Reino Unido, no deja de retrotraerme el dichoso asunto del brexit a aquellos años maravillosos, aunque ya lejanos, de la Universidad, en la Facultad de Filosofía y Letras de Cáceres, actual edificio Valhondo, antes de que sus jardines, que yo vi diseñar y plantar, formaran parte del camping al que ahora se destinan esos terrenos.

Entonces no existían esos créditos modernos, inventados después, que se aplican a las diferentes asignaturas y llevan apareados su precio, como si de artículos expuestos en un mercado se tratara. El curso universitario estaba dividido, como siempre, en tres trimestres, el primero, que iba desde octubre hasta diciembre, el segundo, de enero a marzo, y el tercero, de abril a junio. Y, también igual que siempre, te quedaba setiembre para los que hubieran alargado más de la cuenta, con los novios o las novias, las hermosas tardes de mayo.

Ahora, sin embargo, las asignaturas, que por cierto han pasado de cinco a por lo menos dieciocho, pueden ser cuatrimestrales o anuales que, a su vez, son obligatorias, optativas o de libre elección. Y de setiembre nada de nada. Te preparas todo lo que te quede en el mes de junio, y en diez o quince días de julio te examinas y listo. Las licenciaturas de cinco años han pasado a llamarse grados y duran menos, aunque, como hay que hacer masters, que también vienen etiquetados con precio, casi es lo mismo.

Nuestra licenciatura se llamaba entonces Filología Anglogermánica (Inglés) y estudiábamos alemán en los cursos cuarto y quinto de la carrera. Y puesto que, desde el primer año, nuestro idioma principal objeto de estudio era el inglés, tengo que reconocer que nos costaba un esfuerzo extra bucear en los profundos secretos del idioma germano, una lengua analítica con declinaciones incluidas, como el latín, comparada con la maravilla de la síntesis, cualidad y característica principal de la lengua inglesa.

Conocedores también nuestros profesores de esa dificultad añadida, debo agradecer que siempre fueron muy generosos con nosotros. Y muestra de ello es que nos elaboraban una carpeta muy completa, llena de ejercicios, con fecha de entrega que el alumno debía completar correctamente para poder sacar la asignatura con éxito. Debo decir, en este sentido, que es una suerte que nuestra bellísima y completa ciudad antigua y monumental de Cáceres haya sido siempre un magnífico cebo turístico, que atrae a personas de todas las partes del mundo, porque algunos, estirando un poco nuestra exigua paga de estudiante, invitamos más de una vez a algún turista alemán a una cerveza en nuestra hermosa plaza para hablarles de nuestra carpeta, eso sí, no para que nos hicieran los ejercicios, faltaría más, sino para que nos dieran alguna pequeña orientación al respecto que pudiera servirnos de verdadera utilidad pedagógica en nuestro duro proceso de aprendizaje.

Pero, a pesar de estas orientaciones y también por movernos en aquellos años en la bendita veintena, se nos echaba, con bastante frecuencia, el tiempo encima y nos veíamos obligados, los alumnos, a solicitarles a nuestros queridos profesores una prórroga en la entrega de aquella carpeta porque el tiempo corría, en estos asuntos, más deprisa de lo habitual. Y nos suponía un gran alivio saber que contábamos de nuevo con más tiempo para poder entregar aquella carpeta en la fecha acordada.

Ahora, cuando veo a los británicos que no salen de Europa el 29 de marzo de 2019, que era la primera posible fecha de salida, ni el 12 de abril de 2019, en que se cumplía la primera prórroga dada, ni el 31 de octubre de 2019, que era la fecha tope de la segunda y veo la nueva del 31 de enero de 2020, no tengo por menos que sonreír y recordar aquellos tiernos años de juventud en los que, como éramos tan jóvenes, siempre había tiempo para una prórroga más. Posiblemente, igual que nos pasaba a nosotros, se les eche, de nuevo, la fecha encima a los británicos y no tendrán los deberes hechos, y no les quedará más remedio que pedir una nueva, aunque, con ello, se le alboroten los finísimos cabellos dorados al mismísimo Boris.

*Exdirector del IES Ágora de Cáceres.