Abogada

Siempre es vergonzoso y lamentable asistir a la utilización de la dignidad de las personas, vía negocio criminal. Este espectáculo es el que siempre nos ofrecen las denominadas mafias internacionales de la prostitución; una de ésta ha sido desarticulada recientemente en nuestra comunidad autónoma. Lo que indigna de este tipo de tipificación criminal es el tráfico lucrativo en el que se ven envuelta, en la mayoría de los casos, las mujeres sin papeles, cuya falta de identidad parece ser sinónimo de desprotección.

Para mí, sin duda alguna, la incitación a la prostitución es de los delitos más graves, más abominables en cuanto que se produce el mercadeo de la mujer por encima de todo y a pesar de todo. Encuentran en esa nula esperanza vital el mejor reclamo para sucumbir ante el maniqueo negocio de la delincuencia organizada.

Quizá por esto es duro ser consciente de cómo en algunos denominados garitos de alterne , próximos a nuestros núcleos urbanos, se comenten el mayor de los atropellos bajo la aparente impunidad del negocio.

A estos capos que circunscriben su actividad empresarial a la esclavitud de estas mujeres hay que repudiarlos y combatirlos como auténticos criminales; pues no sólo están jugando con la vida de seres humanos, sino que están contribuyendo a matar la esperanza de muchas de ellas que se acercan a nuestros países con el sólo deseo de sobrevivir de forma digna.

No podemos permitir por más tiempo que la vulnerabilidad de estas mujeres sea el mejor caldo de cultivo para estos terroristas del denominado placer absoluto.