La primera gran protesta obrera en la calle desde que estallara, hace casi dos años, la crisis económica internacional se vivió en España el fin de semana en Barcelona. A la convocatoria de los sindicatos mayoritarios, CCOO y UGT, se unieron más de 125 entidades con el objetivo de expresar que los costes de la sombría coyuntura, caracterizada por la destrucción de empleo, no pueden ser pagados por los trabajadores, sencillamente porque ellos no han sido los causantes del crash. Una clave importante es que la protesta no tuvo el carácter puramente sindical de las convocatorias del 1 de Mayo. Familias enteras acudieron para dejarse ver y oír, en una muestra de que la sacudida del desempleo se ha extendido a todas las capas sociales. Y también de que la respuesta cívica a los graves problemas económicos va más allá de siglas sindicales o políticas. En Extremadura, una manifestación de características similares fue planteada por el secretario general de UGT, Miguel Bernal, pero no ha fructificado por ahora con el argumento de que no se pueden poner más chinas en el camino de la salida a la crisis.