TMte esfuerzo por comprender los comportamientos de la Iglesia católica. De su jerarquía, más bien, porque no quiero confundir a los honrados fieles que abrazan esa religión por causas culturales o de tradición con los dirigentes de una organización que a menudo nos recuerda otras de fines más bien poco espirituales.

Es cierto que a veces el esfuerzo resulta arduo. Como cuando se intenta asimilar que quienes relegan a la mujer a un papel secundario en su seno proclamen la semejanza de todos los seres humanos a los ojos de Dios. He visto a muchas monjas sirvientas de curas; nunca he sabido de sacerdote alguno en el servicio doméstico de un convento femenino.

He procurado entender que los obispos se opongan al divorcio. Ellos, que por decisión libre y soberana han decidido permanecer célibes por los siglos de los siglos. He procurado entenderlo. Como lo he hecho con su postura en contra de que la mujer, cualesquiera que sean las circunstancias, pueda interrumpir su embarazo. Lo he hecho, pese a que ellos jamás podrán hallarse en semejante situación.

También he intentando ser comprensivo con su postura en contra (siempre en contra de algo) de la unión entre personas del mismo sexo, como si no tuviesen bien cercanos ejemplos de procederes no homófobos precisamente.

No me he cansado de admitir que pueda asistirles algún tipo de razón, ignota para mí, cuando pretenden que en colegios e institutos la religión tenga igual carácter obligatorio que las matemáticas, y he comprendido su desazón al ver que cada vez hay menos bautizos en España y que el número de matrimonios civiles supera el de religiosos.

Lo que no entiendo es que tras la protesta femenina de hace dos días en una capilla de la Universidad Complutense contra la posturas misóginas de la jerarquía eclesiástica, los señores obispos hablen de "atentado a la libertad de culto y profanación de un lugar sagrado". No lo entiendo, porque, ¿hubiera sido posible esa protesta si no existiera una capilla católica en un centro universitario estatal? ¿Qué pinta en una institución como la universidad un lugar reservado al culto? ¿Lo mismo que, para no eludir lo cercano, el Servicio de Asistencia Religiosa en la Universidad de Extremadura, sufragado con fondos públicos por todos, fieles y paganos? Se quejarán encima...