WEw l fin de la tregua de ETA anunciada hace unas semanas por la banda terrorista no ha perjudicado especialmente las expectativas electorales del partido socialista ni el prestigio de su líder, el presidente Rodríguez Zapatero, a la luz del Barómetro de GESOP que este diario publica hoy.

El sondeo, llevado a cabo del 13 al 15 de este mes, indica que el PSOE remonta tres décimas la estimación de voto en relación a la encuesta del pasado marzo, mientras que el Partido Popular retrocede en cinco décimas.

El Barómetro vaticina que el partido del Gobierno obtendría hoy los mismos resultados que en las elecciones del 14 de marzo del 2004, pero también que el principal partido de la oposición recortaría en casi dos puntos la ventaja que obtuvo entonces el PSOE. Esa ventaja, que en los comicios del 14-J fue de 4,9 puntos, se reduciría ahora a 3.

La feroz campaña de desgaste lanzada por el Partido

Popular contra el PSOE no le ha dado la vuelta al orden de preferencias electorales de los ciudadanos españoles hacia uno u otro, pero sí ha conseguido desmoralizar a una parte del electorado socialista y, sobre todo, ha logrado mantener movilizado al votante de derechas. La fidelidad de voto al PP (90%) es superior a la que tiene el PSOE (80%), y la confianza de los electores conservadores hacia su partido de referencia es 18 puntos superior a la que tienen los votantes socialistas hacia el suyo.

Más de la mitad de los ciudadanos encuestados prefieren a José Luis Rodríguez Zapatero como presidente del Gobierno, frente a un 30% que se inclina por Mariano Rajoy, pero la distancia se reduce a la mitad cuando los encuestados opinan sobre quién será el ganador.

Pero de la misma forma que el partido de Rajoyha logrado blindar su electorado del año 2004 mediante su agresiva campaña de acoso y derribo al Gobierno, se muestra incapaz de penetrar de forma suficientemente significativa entre aquellos sectores que entonces le giraron la espalda y que contemplan con espanto la radicalización derechista de los populares.

Los esfuerzos de última hora de Rajoy para centrar el discurso de su partido y reabrir el diálogo con los nacionalismos moderados catalán y vasco tratan de superar este déficit, pero es muy posible que esa rectificación haya llegado demasiado tarde.

El principal enemigo del partido socialista será, pues, la abstención en las elecciones que se celebren la primavera del próximo año. Frente a un Partido Popular que conserva un suelo muy sólido, el PSOE tiene la necesidad imperiosa de movilizar a los votantes de izquierda, desde siempre más críticos con sus políticos y más remisos a votar que los de derecha.