El hundimiento es una película que traslada con inteligencia, desde la hipérbole misma del nazismo, la psicología patológica de la soledad en el mando en su grado extremo. La dislexia de Hitler se movía entre la negación de la evidencia de lo que no le podía ocurrir a él y la consciencia de que el pueblo alemán, en su paranoica percepción del racismo y de la historia, se merecía la destrucción total por no haber sabido defender la Gran Alemania. Naturalmente, no puede haber paralelismo posible entre un psicópata asesino y dictador y cualquier político democrático. Que nadie busque ese ramal en este artículo. Pero hay lecciones que se pueden aprender desde parámetros extremos: el poder siempre tiene unas tendencias que promueven, desde la soledad de quien lo ejercita, la negación de la consciencia. Descubrir las propias debilidades, tener la humildad de analizarlas y buscar alternativas sin orgullos propios heridos forma parte de lo recomendable a cualquier líder en caída libre. No debe ser fácil porque no ocurre a menudo. Las encuestas son coincidentes: hay un cambio de ciclo por agotamiento de las ilusiones en quienes ocupan el poder en España. Si en otro tiempo el optimismo infundado servía de punto de apoyo para un ejército de entusiastas incondicionales, incapaces de ver mácula en el líder, el hundimiento de la esperanza parece difícil de disimular. ¿Seguirá el líder empeñado en que se trata de un problema de comunicación y de confrontación mediática? Lo cierto es que ha desaparecido el encantamiento que tuvo este Gobierno y sus votantes se encuentran huérfanos de alternativas por la incapacidad de la oposición de hacer planteamientos razonables democráticamente: tampoco es pedir tanto. Rajoy sigue sepultado en las estimaciones de los ciudadanos. Una cosa es el PP y otra su líder, y ambos solo consiguen ocupar posiciones en la medida en que las pierde el PSOE, sin méritos propios. Otra vez Rajoy sigue siendo el mejor aliado de Zapatero , pero ya ni siquiera las torpezas del PP garantizan la esperanza de un PSOE que está observando impasible su hundimiento.