El PSOE ha modificado su programa electoral solo unos días después de haberlo presentado. Ni erratas ni olvidos. El asunto va más allá de lo imaginable (y de lo tolerable). Han cambiado su concepción de España en cuestión de horas por arte de birlibirloque. Así como los trovos quedan a la improvisación del trovero, así su programa… Resulta que el partido más votado en España no sabe a ciencia cierta qué es España, ni qué España quiere. Largo silencio. Fundido a negro.

Troveros y troleros. «Estos son mis principios, si no le gustan tengo otros» dicen que dijo Groucho (marxista solo por parte de padre). Dijéralo o no, bien se pudiera predicar de este partido a la deriva. En el PSOE campan rampantes trepas sin demasiada solidez intelectual. Y lo que es peor, sin demasiada solidez moral. Campan como trepan, a su conveniencia. Y, desde que las cabezas pensantes del partido fueron ahogadas en las primarias, lo hacen a sus anchas. Conviene saberlo. Y conviene decirlo, porque mañana nos arrenpentiremos de haber callado ante semejante despropósito.

¿Qué España quiere el PSOE? ¿Acaso el PSOE se fundó ayer como para no saberlo? Pues, a estos efectos, como si se hubiera fundado el martes… A unos les habla de autonomía y a otros de federalismo. El programa con que se presentan a los electores (o sea, nosotros) habla, a comienzos de semana, de mayores cotas de autogobierno dentro de la Constitución; a finales, de refundar España sobre un pacto federal. Todo a conveniencia de los oídos presentes. Todo ajeno a cualquier hondura del pensamiento. Todo al servicio de lo urgente. Todo por medio ganar las elecciones, por conservar el poder (aún a costa de poner en saldo los propios principios). Sin más.

El PSOE no está en Cataluña. Y eso no es culpa de Sánchez, eso viene de los tiempos de González y Guerra, quienes renunciaron a estar como partido socialista pero, por encima de todo, como partido español. Y el PSOE no tiene resuelto ese problema. Esa herida. El PSC le sangra al PSOE. El Partido de los Socialistas de Cataluña manda más allá del Ebro. Iceta, por ejemplo. Mandan quitar y poner. Quitar España y poner Estado Federal. Y en el PSOE esta batalla nadie la quiere dar. Han regalado su espacio a quienes niegan España como patria común e indivisible de todos los españoles. Y lo que es peor, visto el engaño, han renunciado a recuperar el voto socialista (y español) en aquellas tierras. Achantados. Troveros.

El Doctor Triquiñuelas no quiere saber ni dónde tiene la mano derecha (con perdón de Iván Redondo) ni dónde la izquierda. Todo depende. Un discurso para cada día de la semana, para cada lugar en el que aterriza. El PSOE está secuestrado por un ansia de poder a cualquier precio. Todo por el poder. Cuando los resultados del 33 les resultaron adversos recurrieron a la violencia extrema del golpe del 34. Ahora que el siglo XXI ha cumplido su mayoría de edad, en cambio, prefieren la mercadotecnia. Todo es fingido. Y, en general, a casi nadie, ni dentro ni fuera del PSOE, parece importarle la impostura nuestra de cada día. Troleros.

¿Qué España quieren en verdad los españoles que votan al PSOE y los que, queriendo hacerlo, no pueden por vivir en Cataluña? ¿Somos una nación o somos ciento? ¿Somos hermanos o no pasamos de primos? ¿Cómo es posible semejante enredo? No busquen la respuesta en Pedro Sánchez; tiene respuestas de colores pero no flotan. Cual Gila. En Moncloa, todas las mañanas alguien le pinta un negro bigote y le cuelga un cigarro puro que nunca encenderá. Él, mientras, se agacha para que el traje le siente mejor y corretea como pollo sin cabeza. Cual Groucho. ¿Es ese el PSOE al que votar? Bienaventurados los limpios de corazón.