Maestro

Le digo a mi vecina, sí hombre, esa de casi noventa años, que el ministerio de sus pensiones se ha gastado más de siete millones de euros en decir lo bien que cumple las leyes, cosa que es su obligación (lo de cumplir las leyes, no lo de gastarse nuestros dineros en decirnos lo bien que cumple las leyes) y me pregunta si los millones son de pesetas o de euros. Le recuerdo que ya todo es en euros y que también se han gastado algunos millones en recordarnos que cincuenta euros no son cinco mil pesetas. Para explicárselo mejor le hago el cambio: siete millones de euros equivalen a más de mil ciento sesenta y cuatro millones de pesetas de las de antes. Al oír la cifra en moneda antigua exclama: ¡qué barbaridad!

Claro, una oye siete millones y no le parece tanto, pero coño, esos milloncejos bien podían habérnoslos repartido para hecernos más llevadera la vida. Le digo que no hay que ser tan avariciosa, que puede estar contenta y agradecida a este Gobierno por cumplir las leyes. Acto seguido me pregunta por una carta que ha escrito Aznar. Lo ha visto en la tele y no se ha enterado muy bien. Le cuento que es una carta de amor a su amigo/amo el tejano y que le apoya, junto con otros presidentes, algunos pendientes de causas con la justicia, en su empeño de que haya guerra a toda costa. No le gusta un pelo y lanza varios improperios y lindezas hacia el administrador de la mayoría absoluta, que omito. Se marcha pidiendo a su dios que no permita que ella conozca otra guerra. Mientras, aumenta el número de ciudadanos y ciudadanas que saben lo que es pasar casi todos los lunes al sol.

Y hablando de lunes al sol, chapó para ese puñado de artistas comprometidos con la realidad de nuestro país y solidarios con el drama gallego. Parece que vamos siendo muchos mil leches los que no movemos el rabo de alegría cuando vemos al administrador de la mayoría absoluta que le dieron las urnas, pero que tampoco huimos con el rabo entre las patas, ni nos lamemos las heridas de los daños morales que, casi a diario, infringen con sus decisiones a la sociedad.

Se acercan tiempos de promesas y repromesas no cumplidas. En nuestra mano está cambiar la realidad. Nuestro voto es nuestra fuerza y muchos votos juntos tienen mucha fuerza. Pero ojo, no sólo hay que escuchar, hay que leer y guardar a buen recaudo los programas electorales para, una vez asignada la responsabilidad de gobernar a quienes democráticamente sean elegidos, exigirles el cumplimiento de sus compromisos, que si han hecho bien el trabajo previo, responderán a demandas reales de los ciudadanos y no a intereses de amigos o de determinados grupos.

Por el barrio hemos estado de fiesta. El día de las Candelas lució esplendoroso. A los trasnochadores nos despertó la música de tres tamborileros. Tres generaciones manteniendo la tradición. El barrio en la calle, niños vestidos con las ropas festivas. La fiesta comenzó en las Candelas y terminó por la tarde en San Blas. De las cigüeñas no hablamos, pues las hemos visto antes del santo y ha sido año de nieves.