Barcelona en llamas, un descendiente de un dictador gritando en plena democracia «¡Esto es una dictadura!», las primeras elecciones desde 1977 con seis partidos relevantes que tienen opciones de lograr representación parlamentaria o ir camino de la cuarta legislatura en menos de cuatro años, deberían ser síntomas suficientes de que España debe pararse a pensar antes de continuar huyendo hacia adelante.

Esto se veía venir hace ya mucho tiempo. Por no remontarme más allá, en mis dos artículos posteriores a las elecciones de diciembre de 2015 (uno de ellos escrito antes de conocer los resultados), ya dejaba claro mi criterio al respecto: España se encallaría si los grandes partidos eran incapaces de llegar a acuerdos. Desde entonces, casi exactamente cuatro años de parálisis política.

Lo verdaderamente grave es que cuanto más tiempo pasa los acuerdos son más difíciles y, al mismo tiempo, más necesarios.

Más difíciles, entre otras muchas cosas, porque hay más actores políticos (entonces eran cuatro partidos, hoy son seis), porque en Cataluña ya hay violencia en las calles (entonces ni siquiera se había cometido el delito de sedición) o porque el ámbito internacional se ha complicado exponencialmente (entonces no estaba Trump, ni había ‘brexit’, ni la ultraderecha había logrado las cotas de poder que ahora tiene).

Más necesarios, entre otras muchas cosas, porque hay cuestiones vitales que ya no es posible resolver sin grandes acuerdos: el sistema de financiación autonómica, cuyo bloqueo está asfixiando a las administraciones; la penosa situación de Cataluña, que va para largo y que irá a peor si no la tratamos como un asunto de Estado; la precarización de la clase media, sostenida hace tiempo con los alfileres de las pensiones de los abuelos y los complementos retributivos asistenciales; la ausencia de un sistema educativo sólido que dure más de cuatro años y sobre el que debemos edificar una nueva ética y una nueva cultura; o, en fin, la decadencia de algunas partes de nuestro sistema de bienestar (la sanidad, singularmente) y la congelación de otras (la ayuda a la dependencia, sobre todo), a causa de los graves recortes durante los años duros de la crisis económica. Todo esto a la espera de si llega una nueva crisis que algunos expertos aseguran que supondría el fin definitivo de la paz social en España.

¿Cómo resolver la compleja paradoja de que los grandes acuerdos entre todos los partidos son pragmáticamente casi imprescindibles y políticamente casi imposibles?

Solo hay una forma: haciendo que la política de partidos se parezca lo más posible a la convivencia real que se produce a diario en nuestra sociedad. Para eso hace falta la generosidad de unos liderazgos que deberán arriesgar sus cargos con tal de que el país avance. No hay otro modo.

No fue un modelo perfecto, pero Adolfo Suárez sacrificó su carrera política para sacar adelante la etapa más crítica de la España reciente. En medio, los Pactos de la Moncloa. ¿Saben en cuánto tiempo? Exactamente 1.876 días. Para hacernos una idea, Albert Rivera lleva como presidente de Ciudadanos 4.896 días, sin que haya sido capaz todavía de hacer nada realmente relevante por España. Acomodarse en la silla es fácil pero casi siempre es incompatible con grandes reformas que suponen riesgos.

Yo creo que si Adolfo Suárez fue capaz de hacer una transición entre una dictadura y una democracia en 1.876 días, podemos exigir a nuestros actuales líderes, que tienen ya a sus espaldas carreras políticas mucho más dilatadas, que en un par de años saquen algo en claro sobre cuatro o cinco de los asuntos importantes y urgentes que necesita resolver este país.

Eso no pasa por un acuerdo PSOE-PP que deje fuera a las nuevas formaciones; tampoco por un acuerdo en un solo eje ideológico. Esto ya lo escribí en diciembre de 2015, y lo vuelvo a escribir casi en diciembre de 2019. ¿Cuánto más nos van a hacer esperar?

El 11 de noviembre será muy fácil que España entre en una vertiginosa y grave espiral de inestabilidad si los líderes de los grandes partidos no comprenden que deben realizar importantes sacrificios por un bien mayor.

*Licenciado en Ciencias de la Información.