TDtesde los tiempos del difunto Jesús Gil y Gil , el público empezó a percibir que algo olía a podrido en la rica Marbella. Parece que no había pruebas (o no acertaron a hallarlas), pero las aves de lujo e indolencia que poblaban habitualmente aquel nido --que antaño inauguraran Jean Cocteau y Ana de Pombo -- huyeron. En el árbol de rico ramaje fue quedando una nutrida colección de horteras, de la que la llamada prensa del corazón usó y abusó ad nauseam. Todo sea dicho: y viceversa.

Ahora parece que la ley ha atinado y los presuntos ladrones (la ética del dinero y más dinero gobierna nuestro mundo) dejan chica la cárcel de Alhaurín, en Málaga. Es lástima que no se pueda empezar --a averiguar, digo-- por quien debió de iniciar, si no el chanchullo, al menos el mal estilo: aquel expresidente atlético que tanta gracia hacía a los que no piensan. Hay que alegrarse de que la justicia actúe en estos casos pecuniarios con los que la gente --y hay porqué-- termina por resultar más olvidadiza y benévola. Y hay que añadir un par de distingos contrapuestos.

Ignoro lo que será Julián Muñoz (excamarero y exalcalde con 50 causas abiertas), pero es terrible, y ocurre a menudo, que algunos medios de comunicación audiovisual ya lo hayan condenado. Claro que otros hay --me dirán-- que lo han salvado vía Isabel Pantoja , gran cantante. Que Isabel esté hecha polvo es natural, si han detenido a su novio. Pero no le han detenido por capricho, sino por presunto ladrón.

Como en el caso del mortal atropello que cometió Farruquito , la víctima no es él (como parecía en algunos programas), sino, en principio, el difunto. Igual ahora --con otras tintas-- la víctima no es Julián Muñoz, aunque llore la copla, la víctima --hasta que no se demuestre otra cosa-- es el pueblo de Marbella. Los medios de comunicación de masas (para bien y para mal) rigen y manejan los orbes, en exceso. Y, a veces, por azar del destino, abusadores y abusados coinciden en la misma mesa, como naipes revueltos. Hace falta una sociedad aún más permisiva y libre, pero más culta, más refinada, menos obispal, menos local y menos (mucho menos) choriza. Marbella es un símbolo.

*Escritor