España es digna de admiración por el aumento de personas abnegadas y patriotas, que ofrecen sus desinteresados servicios para ocupar cargos de responsabilidad política en autonomías, ciudades, pueblos o aldeas, garantizando su capacidad para responsabilizarse del bien estar de sus habitantes y hacer cumplir las leyes por ingratas e impopulares que sean, sin tener en cuenta que en la realidad las intenciones y las obligaciones son distintas. El Puente Real aquí en Badajoz, goloso tramo en el que durante años nadie ha respetado la limitación a 50, y sirve para demostrar la capacidad automovilista de los que se sienten Alonso causantes de muchos accidentes, cuatro mortales en el paso de cebra colocado a la mitad sin que los conductores modificaran su comportamiento ni la autoridad hiciera respetar las normas. Todo sigue igual. Por fin, ahora sí, la salomónica y autoritaria solución ha sido suprimir el paso de peatones, no sea que los velocistas tengan que interrumpir su gesta por un atrevido peatón cruzando por el paso señalado. Ya ocurrió anteriormente, ensancharon una muy amplia calzada para que los noctámbulos bebidos no se hicieran pupa al aterrizar en una conocida y hermosa fuente que se les ponía en medio, o cuando perdonaron todas las multas de tráfico por incapacidad para cobrarlas, convirtiéndonos a los respetuosos en el hazmerreír de los infractores.