Desde la aparición de la bomba nuclear en 'El País' las cosas cada vez les han ido peor a Mariano Rajoy y a su partido, y sus errores y comportamientos absurdos y contradictorios nos tienen sobrecogidos. Lo de negarlo todo y enseguida admitir algo no es coherente con las amenazas de querellas contra el periódico de la bomba, pues la publicación de las famosas páginas es un todo que no admite distingos, al menos en la voluntad del mensajero. El viaje a Berlín no ha servido para nada, a los efectos de los papeles de Bárcenas , y éste afirma ahora que todo es una burda manipulación, no obstante lo cual se preparan todas las artillerías para acciones judiciales contra él. La confusión es el elemento dominante en esta terrorífica historia. Y Rubalcaba y el PSOE terminan exigiendo la dimisión de Rajoy , en un gesto mucho más explicable que aquellas peticiones de dimisión a Zapatero en el desarrollo de la crisis económica con él en el Gobierno. Y otra nota: Esteban González Pons ha conseguido desbancar a Dolores Cospedal en el liderazgo de los despropósitos. Enhorabuena, muchacho.

En cuanto a la dimisión de Rajoy, antes tendría que cesar a la ministra Mato , aunque solo fuese como un gesto de distensión social, para aplacar un poco la ira de esos millones de ciudadanos que se habrán sentido crucificados por esos presuntos comportamientos de quien lleva un estandarte ministerial de justicia social y de protección a los débiles. Después, que Rajoy haga lo que quiera.

Es verdad que tiene una cómoda mayoría parlamentaria, pero es verdad también que las últimas encuestas lo sepultan en la miseria política, con esos veinte puntos perdidos tras las elecciones generales de hace poco más de un año. Y con esos datos catastróficos del paro registrado de enero, por añadidura. Nadie sabe cómo se las arreglará para sobrevivir, en el caso de que no decidiera dimitir, pues no se atisba ninguna salida con él a esta terrible crisis económica, política, institucional y moral en que España está sumida. Siempre nos queda rezar y más a los creyentes, como dicen ellos que son. Pues que recen.