Tengo la impresión de que hay mucho ruido ambiental en este regreso de las vacaciones. En el PSOE y, sobre todo, en el PP.

Lo de los socialistas lo digo porque estuve en el almuerzo que inauguraba el curso político, en torno a Joaquín Almunia , el excandidato a presidente del Gobierno y exsecretario general del PSOE, y me dio la impresión de que no está en los mejores términos con Zapatero. Solbes , el vicepresidente económico, quien presentaba en este acto a Almunia, que le ha sucedido como comisario económico europeo, tampoco. Los dos lanzaron educados alfilerazos a la política preelectoral de Zapatero, que va ofreciendo 2.500 euros por cada niño nacido en España y un incremento muy sensible de las pensiones, cuestiones ambas que, al parecer, no ha tratado para nada con el teórico responsable económico del Gobierno, es decir, con Solbes.

Yo diría que está resignadamente enfadado el vicepresidente, y que el presidente lo tiene ya amortizado: seguramente ni siquiera despacha ya con los ministros económicos y el inquilino de La Moncloa está seguro de que Solbes no seguirá cuando acabe la legislatura, suponiendo que Zapatero gane y siga en el cargo. Y, en todo caso, Almunia, que es tajante en sus respuestas, dijo claramente que no iría a sustituirle en la vicepresidencia.

Pero en el otro campo también cuecen habas: las encuestas surgidas en varios medios de comunicación acerca de la valoración de posibles sucesores de Rajoy ofrecen diversos resultados: para unas, el favorito es Ruiz Gallardón; para otras, Rato. En todos los casos, el actual presidente del PP sale bastante mal valorado, incluso entre los votantes de este partido. Pero tengo para mí que hay mucho de juego periodístico, algo de desconocimiento político y mucho de intereses cruzados en todo este asunto, que tanto está desgastando la imagen del líder de la oposición. Ni Rato, ni Gallardón, ni Esperanza Aguirre, ni ningún otro podrían ya ser candidatos frente a Zapatero: no hay tiempo.

Ni quizá conviniese. Gallardón está bien como alcalde de Madrid, pero las prisas no son buenas. Le ha entrado complejo de Sarkozy, y aquí no hay un Chirac ni una Royal. Rato estaba bien dirigiendo el Fondo Monetario Internacional, y ha tenido el valor -lo digo en sentido peyorativo- de abandonar, dando un portazo, un puesto representativo para España sin siquiera explicar los motivos. No creo que ni un francotirador ni un fuguista sean hoy garantía de una mejora respecto de Rajoy. Que, para mí al menos, es el mejor rival posible, sin ser el ideal, para un Zapatero que quiere estar representado en esa foto inefable que la Secretaría de Estado de Comunicación difundió a los amigos periodísticos: corriendo por la arena del parque de Doñana, con rumbo aparente a ninguna parte.

*Periodista