Cuando restan apenas cinco días para el pistoletazo de salida de la campaña por las elecciones generales todos los partidos políticos extremeños andan de cabeza sin saber a ciencia cierta cuál va a ser el resultado en la región. Porque no nos olvidemos, lo que se elige el 26-J es un gobierno en Madrid, la conformación del Congreso y el Senado, pero qué duda cabe que ganar o perder en Extremadura puede también tener sus consecuencias aunque resten todavía tres años para los próximos comicios autonómicos.

Hay que tener en cuenta, por ejemplo, que a la vuelta de las elecciones se celebra en el Parlamento extremeño el debate sobre el estado de la región y no es lo mismo acudir con un resultado que con otro. Y lo digo tanto para el gobierno como para la oposición: los primeros porque buscan el mantenimiento de la situación actual después de un año de las anteriores elecciones y sin apenas tiempo para desarrollar un presupuesto que acaba de aprobarse como aquel quien dice; y los segundos porque anhelan un desgaste importante del ejecutivo y, en consecuencia, una vuelta de tuerca que les permita coger impulso en la travesía del desierto que supone estar en la sombra de la oposición.

Por lo que trasciende en las filas de una y otra formación, la batalla se juega esta vez en Badajoz. En Cáceres está más o menos claro que el reparto de los cuatro escaños posibles es de dos a dos para el PSOE y el PP. Puede haber sorpresas dado que el voto en ocasiones es entojadizo, pero lo que se espera es eso. Sin embargo, en la provincia de Badajoz, con seis escaños en liza, la cosa no está tan clara. En las elecciones fallidas del 20 de diciembre se rompió por primera vez el pacto que parecían tener establecido socialistas y populares repartiéndose a partes iguales los diputados. El PSOE logró esa vez tres escaños, el PP dos y Podemos uno.

Ahora no es seguro que vaya a ocurrir lo mismo, y hay voces internas en los distintos partidos que señalan un seguro reparto de cuatro escaños entre el PSOE y el PP, un quinto para Podemos y un sexto que está en el aire y al que pueden aspirar todos, incluido Ciudadanos. Es posible que se lo lleve el PSOE nuevamente como pasó en diciembre, (de hecho es la combinación que se da por más segura), pero --apuntan todos--, hay una partida que jugar dado que un puñado de votos puede decantar un resultado positivo o negativo y hay cuestiones nuevas sobre las que no se sabe a ciencia cierta qué extrapolación van a tener en votos como por ejemplo la unión de Podemos con Izquierda Unida.

En cualquier caso, Badajoz juega más en estas elecciones y ya verán como la mayor parte de los líderes nacionales, por no decir todos, centran sus actos de campaña en esta provincia, incluido Pedro Sánchez para el que ya se busca un emplazamiento amplio donde ofrecer un mitin que insufle fuerza a la militancia y también Mariano Rajoy, del que no se descarta una nueva visita a pesar de haber venido la semana pasada en precampaña.

De todas maneras, los partidos políticos son conscientes de que la gente está cansada, que no quiere una campaña masiva con pancartas y banderolas y que, por tanto, no se deben buscan acciones que más que atraer, dirijan al posible votante hacia la abstención. En consecuencia, la que empieza será una campaña fundamentalmente de calle, visitando negocios o colectivos más que otras acciones tradicionales como mítines o grandes concentraciones. Habrá fuerte presencia en medios de comunicación y en redes sociales y poco más salvo lo que mande Madrid. Pues no hay que olvidar que, aunque la sombra de lo que ocurra en la capital llega hasta Extremadura, el foco principal está puesto allí.