TCtada año la liturgia es la misma. Después de la primera sesión del debate del estado de la Nación, los medios de comunicación y los analistas políticos intentan medir la eficacia de los principales líderes en términos pugilísticos: se levanta el brazo al vencedor del combate y se decreta si la victoria ha sido por KO o a los puntos. Normalmente la mirada está cargada de prejuicios, de tal manera que muchos observadores ya saben la víspera quién va a ser el vencedor y quién el vencido, pase lo que pase en el hemiciclo, lo que conduce irremediablemente a dos veredictos simultáneos y enfrentados: "ganó claramente el presidente", proclaman unos; "arrasó el líder de la oposición", afirman los otros.

Este año cunde la sensación de que Zapatero se llevó el cara a cara con el líder de la oposición, y la opinión más benevolente hacia Rajoy es que no tuvo un buen día. Y no lo tuvo. Fue leal a la hora de orillar en el debate el proceso abierto tras la tregua permanente de ETA, lo que le honra, y enfocó su mirada hacia los temas calientes que en estos momentos más preocupan a los ciudadanos: la inmigración irregular y la inseguridad, cargando toda responsabilidad en la gestión deficiente del actual Gobierno. Se lo puso muy fácil a Zapatero, que sólo tuvo que esgrimir un puñado de datos para demostrar que ambos problemas no han comenzado ahora y no van peor de lo que iban, cuando precisamente Rajoy y Acebes fueron ministros de Interior. Rajoy reprochó al presidente esa mirada retrospectiva y le recordó que estaban allí para debatir sobre el hoy y no sobre el ayer. El problema es que nunca se sabe, en términos políticos, cuándo empieza el ayer. Si Rajoy y Acebes tienen legitimidad para endosar la actual inseguridad a la regulación de inmigrantes hecha hace un año por Caldera , el Gobierno también la tendrá para recordar que los inmigrantes tuvieron que ser regularizados, sencillamente, por que estaban aquí, y habían entrado precisamente en los tiempos en que Rajoy y Acebes tenían la responsabilidad de impermeabilizar las fronteras que ahora consideran tan permeables.

Digamos que el ayer lo esgrimió Rajoy y cuando uno lo abre corre el riesgo de encontrarse allí instalado, con todas las consecuencias.

*Periodista