Pedro Sánchez ya es candidato a la investidura. Tras las rondas de consulta con los líderes políticos, el rey Felipe VI propuso al líder socialista para presidir el Gobierno. Ahora le corresponde a Sánchez reunir la mayoría suficiente para lograr sacar adelante la votación en el Congreso. La investidura se ve en parte facilitada por el anuncio de Laura Borràs de que los diputados de su formación presos --Jordi Sànchez, Jordi Turull y Josep Rull-- no van a renunciar al acta. La Mesa del Congreso, tras el informe de los letrados, mantuvo la mayoría absoluta del Congreso en 176 escaños, pero, como los diputados suspendidos no pueden votar, la mayoría simple queda fijada en 173 votos. Con esta cifra en mente, Sánchez debe forjar una mayoría. Descontados el PP, Vox y Cs (Albert Rivera confirmó al Rey que no facilitará la investidura con una abstención), el socialista necesita la abstención de Unión del Pueblo Navarro (UPN) para ser investido en la segunda vuelta con los votos del PSOE, Unidas Podemos, el PNV, Compromís y Partido Regionalista de Cantabria. Sin embargo, UPN exige para abstenerse que el PSOE facilite el Gobierno de la derecha en Navarra. Esta pretensión choca con la intención del PNV de gobernar en Pamplona con los socialistas y la abstención de Bildu. Lo razonable es que la gobernabilidad y la estabilidad primen sobre las posiciones partidistas y para ello Sánchez debe negociar en todas direcciones.