España está en el punto de mira de los terroristas de Al Qaeda, los cuales se ha unido a los radicales islámicos, para hacernos la puñeta con más fundamento. Es, por lo visto, la segunda vez en tres meses que nos amenazan. Quieren atacar Madrid, se conoce que para enviar desde allí al cielo a sus inocentes habitantes, y de una forma, a todas luces, fuera de uso. Los servicios de inteligencia les siguen la pista y hasta el momento no pueden asegurar si se trata de una amenaza en regla o es solo un farol. Roma y Nápoles también están amenazadas por esos fanáticos extremistas, aunque esto no es un consuelo para nadie.

Los ciudadanos de a pie, que en estos casos somos todos, solemos asustarnos, un poco, cuando nos enteramos de cosas así, pero como al fin y al cabo nos vamos acostumbrando, aunque muy a nuestro pesar, a este tipo de propaganda, lo comentamos una vez que lo hemos leído en el periódico, o nos lo han dicho en la radio o la televisión, y recogemos un poco la respiración, o dilatamos con algo de miedo la mirada, o nos subimos con mano trémula las solapas del abrigo, cogemos el paraguas, por si acaso llueve, que lo peor que puede acontecernos es que nos mojemos si la cosa está de lluvia, y nos olvidamos del asunto, pues ya nos vamos acostumbrando a la propaganda catastrofista. Por desgracia.