XLxa prensa regional publicaba hace un par de semanas una noticia que hacía referencia a los cambios de jueces habidos en los último tiempos en el Palacio de Justicia de Almendralejo (juzgados número uno y dos), y por los traslados continuos de sus respectivos jueces. Dato curioso: desde 1999 han pasado cuatro jueces por el número dos y nueve por el número uno. Por otro lado desde esta misma fecha está el mismo secretario en el número dos y han pasado cinco por el número uno... Ante esta circunstancia uno tiene sus dudas sobre el funcionamiento de la justicia y, sobre todo, su temor de que como ciudadano tenga que acudir a rendir cuentas ante la misma.

De ahí que no haya derecho a tener que tolerar la actitud --¿tal vez por la interinidad que sufren?-- de un buen número de jueces que con sus errores, demasiados, su falta de sensibilidad y responsabilidad en tan delicado cometido, dicten sentencias que originan lo que en este país, desgraciadamente, se está originando en lo que debiera ser algo absolutamente serio por la enorme responsabilidad que conlleva el hecho de ejercer justicia... Unas sentencias, digo, con las cuales se ocasionan, demasiadas veces también, el quebranto de vidas humanas, la ruptura de familias con gravísimas consecuencias posteriores; atentando también de la forma más injusta contra bienes, famas y honores y careciendo éstas, además, de la más mínima objetividad e imparcialidad exigible en un ¿supuesto? Estado de derecho.

No se puede tolerar (y alguien tendrá que poner coto y remedio a tanto desmán judicial) con la ligereza que algunos jueces o algunos magistrados se toman el hecho sacrosanto de ejercer la justicia. Continuamente vemos en los medios de comunicación la ingente cantidad de errores judiciales (y sólo se publican éstos cuando las consecuencias ya no tienen solución) que ocasionan verdaderos dramas y verdaderas injusticias ¡Equivocarse es de humanos, y de incompetentes también! Por ello, y no pretendo hacer una revelación que no esté suficientemente generalizada en la calle, que este país, además de no creer en la institución menos valorada y creíble de cuantas existen, piense mayoritariamente que la justicia es un cachondeo y como manifestara en su día el ínclito señor Pacheco ... El argumento de que se carecen de medios en el entramado o aparato judicial no me sirve. Y en todo caso habrá que reclamárselos al ministro de Justicia que, como máximo responsable del funcionamiento de la misma en este país, algo tendrá que hacer además de salir en las fotos.

No hace mucho tiempo se publicaba en prensa un artículo firmado por el magistrado señor Seoane y que entre otras muchas cosas decía: "Quizás no estaría de más que la Administración de Justicia se mirara un poco a sí misma. Eso sí, ¡con el ojo destapado! Porque el corporativismo mal entendido y cierta visión parcelada de la justicia, en cuya virtud cada uno ha de estar a sus zapatos , hace que esa mirada se haga con el otro ojo, el tapado".

Por otro lado, y estos casos se suelen dar con demasiada frecuencia y uno puede dar fe de ello, ¿a quién hay que apelar o acudir cuando en una primera instancia se suelen producir un cúmulo de errores (por incompetencia del señor juez) en una sentencia farragosa, llena de incongruencias, haciendo una deplorable interpretación de los hechos y equivocando, por ejemplo, a los testigos de una parte con los de la otra? Pero además puede haber más: si se recurre a una instancia superior se pueden seguir dando prácticamente los mismos o parecidos errores porque el caso, a veces, no se estudia ni tan siquiera se ven las pruebas aportadas... ¿Se trata del corporativismo a que se refería el magistrado señor Seoane en tan brillante y valiente artículo de prensa? ¿A quién, pues, se dirige el ciudadano de turno, me permito preguntarle al señor ministro de Justicia, aunque sólo sea para pedir un mínimo de amparo ante tantas y tantas tropelías judiciales? ¿O hay que acudir, pregunto, señor ministro, a la más alta instancia del Estado? Permítaseme que, parodiando en parte a un clásico, cite lo siguiente: ¡Qué difícil, Señor, es llevar el peso del Estado con esta pléyade de cómicos y titiriteros!

Para terminar, compadezco a aquellas personas que tengan que acudir a cualquiera de los juzgados de Almendralejo, ya sea como demandante o como demandado... Le puede ocurrir que su caso lo vea un juez, otro distinto celebre las oportunas vistas y tome declaraciones y un tercero o cuarto dicte sentencia... Lo que salga de este patatá no me atrevo ni a imaginármelo.

Convengamos todos, y como dijera hace mucho tiempo Carlo Dosis , que la "ley es igual para todos los harapientos..." En esto hemos cambiado poco, ¿o no? ppmoranhotmail.com