Enamorarse supone ingresar, sin haberlo pedido, en un estado de estupefacción feliz muy similar a la idiotez común. Algunos seres humanos adquieren de pronto la energía arrolladora que siempre les ha faltado y otros sucumben al encanto de la languidez y se transforman en ángeles absortos, absolutamente inservibles para cualquier tarea productiva. Enamorarse puede significar la vida para el moribundo y la muerte para el que gozaba de espléndida salud y, si no me creen, echen un vistazo a su alrededor o inspeccionen sus propias biografías. Por ejemplo, el día de los enamorados es un invento de los mercachifles, pero sirve como excusa para reflexionar sobre el poder devastador de esa extraña combinación química que solemos llamar amor, mientras compramos un frasco de colonia o un libro. Yo he conocido a hombres y mujeres que han engordado como vacas al enamorarse y otros que se han quedado tan escuálidos como quijotes ensimismados. Tipos que se han arruinado por amor y tipos que se han hecho ricos en tres días, solo por quedar bien ante la dama de sus sueños. Mujeres frías como témpanos que se han derretido gracias a una simple caricia y hombres febriles que han recorrido 3.000 kilómetros en busca de la chica que les abandonó, sabiendo que tienen la batalla perdida. Enamorarse es sufrir una mutación asombrosa y muy pocas veces se regresa al estado original.

Como bien dice el compañero Serrat en una tierna e irónica canción sobre el asunto: «si seguimos persiguiendo el amor, es porque de vez en cuando funciona». Por eso le recomiendo a usted que pruebe de nuevo si las cosas le han ido mal y que reincida si le han ido muy bien. Y en cuanto a ese estado de estupefacción feliz que tanto se parece a la idiotez común, no se preocupe. Al enamorado se le permite todo, menos que se deje atropellar por un camión en pleno trance.

desempleo

Mayores de 52

Alberto Grela

A Coruña

Estamos viendo con esperanza, pero también con mucho recelo y escepticismo, la nueva normativa que pretenden aprobar y que regula el subsidio para mayores de 52 años. Sería inadmisible que la nueva normativa no introduzca medidas que sirvan para reparar el daño causado durante estos seis años de vejaciones disfrazadas de reformas a las que nos sometió el Gobierno de Mariano Rajoy. No estamos pidiendo resarcimientos económicos, sino morales y de justicia social.

Estamos hastiados de profecías baratas que nunca se cumplirán. Sirvan como ejemplo aquellas en las que el Gobierno anterior aseguraba poder conseguir puestos de trabajo para desempleados mayores de 52 años y que ahora ya han cumplido los 58. Son esos mismos parados que han quedado al margen de la justa reparación que ustedes sí han aprobado para los afectados por el RDL 5/2013 en relación con las rentas familiares. No pretendemos perturbar el disfrute de sus períodos vacacionales, pero sí que sean conscientes de que, también por estas fechas, miles de parados senior siguen siendo los olvidados del sistema. Amparándonos en la Constitución, tal como recoge el artículo 35, les corresponde a ustedes velar porque ese derecho al trabajo se cumpla; también para los desempleados mayores de 52 años. Queremos ser escuchados por este nuevo Gobierno que nos llenó de esperanza y, con su apoyo, poder enterrar definitivamente ese sufrimiento que hace sentirnos como proscritos dentro de un estado sin derechos. Aguardamos con ansiedad su respuesta, solo pedimos que nos saquen de ese pozo negro y profundo en el que nos encontramos debido a los perversos decretos ley aprobados por el anterior Gobierno del Partido Popular. Consideramos que es de justicia social poder acceder al subsidio de mayores de 52 años, en el que los únicos requisitos, además de las rentas personales, sean la edad y los años cotizados al sistema. Solicitamos que dejen sin efecto ese otro requisito que la ley actual exige: tener que trabajar 90 días para generar un nuevo derecho al subsidio. Señorías, no pueden seguir mirando para otro lado y permitir que nuestro colectivo siga en el olvido por más tiempo: sin trabajo y sin protección social.