Tiente gracia que hoy que hablamos de progreso, hoy que recibimos inmigrantes por tierra, mar y aire. Cuando nuestra sangre está a punto de mezclarse, como tantas otras veces ha pasado en estas tierras castellanas, aragonesas y lusitanas. Ahora que nuestro carácter especial de nacionalidad histórica lo tenemos claro. Ahora que somos raza pura , puramente mezclada a través de los años, y de los romanos, fenicios, cartagineses, tartesos, moros, griegos, iberos, celtas, etcétera. Ahora, nos fijemos en historias de estatutos y problemas peregrinos que afectan sólo a una clase dirigente que solo busca permanecer en el poder. Si, tiene gracia, o cuando menos a uno le hace cosquillas.

Resulta que lo que nos hace vivir día a día, lo que nos hace pagar la hipoteca y el préstamo del coche al final de cada mes ya no tiene importancia. Ya no hay que preocuparse por llevar los garbanzos a casa. O por lo menos eso es lo que parece ser que nos quieren hacer ver los políticos.

El enfado del pequeño y mediano empresario, del autónomo, se ha ido a ese lugar entre la apetencia y la desgana, donde se encuentra el pasotismo. Ya no se cree en las elecciones y en ciertos sectores se empieza a desconfiar de la democracia. O cuando menos de la dictadura de sus mayorías.

Cuando a las elecciones de la cámara de comercio, sólo se presentan a votar el 5,37% de los empresarios con derecho a voto, uno se hace muchas preguntas, que claro, a lo mejor no son importantes. Tal vez la cámara o sus posibles dirigentes pretéritos y futuros, no le han dado a todos los miles de trabajadores-empresarios, la importancia que se les debe, y sea su reacción ante esa apatía. Quizás la inmensa mayoría de los empresarios no sepa para qué sirve la cámara y qué significa esa institución. Y no sé a quién echarle la culpa. Pero claro esto tal vez no tenga mucha relevancia. Quién sabe, es posible que los dirigentes no sean representativos de los empresarios. O tal vez sí. Y Mercadona o la Sociedad de Fomento de la Junta de Extremadura, sean el vivo ejemplo donde se sienten identificados todos los comerciantes y empresarios de Badajoz.

No sé, tal vez le dé vueltas a cosas que carecen de importancia. Y las asociaciones de empresarios y los barrios como el mío, el de San Roque, seamos unos iluminados que se preocupan de interpretaciones metafísicas. Que el procurar un comercio dinámico y próspero deberíamos de dejárselo a los políticos. Esos en los que nos sentimos plenamente representados. Qué más da si mañana se fueran a pique todos los pequeños empresarios. Total siempre nos puede quedar hacer unas oposiciones y ser funcionarios. Tal vez la fuerza más importante de este país, o nacionalidad, o vete tú a saber qué, no tenga mucha importancia. Y los autónomos no seamos otra cosa que esos apátridas excomulgados, a los que no hay que hacerles caso. Tal vez no estar unido, no pertenecer a una asociación, sea la forma más eficaz para defender nuestros derechos. Y esta tribuna que me permite expresarme un canto en el desierto.

Quién sabe. A lo mejor el Estatuto catalán tenga las respuestas. (Y como no me lo he leído no me he enterado). Tal vez la importancia de la vida esté en crear un nuevo estatuto, cambiarle de nombre a no se qué palacio, o no contar con el 95% de los electores, para mejorar la vida de todos y cada uno de nosotros.

Tal vez y solo tal vez, yo no haya escrito esto. Y mis deseos de un futuro mejor para el empresariado, para el comercio y para todos los pacenses como perceptores de esa prosperidad, sea sólo un sueño. Una quimera onírica que se deshaga cuando me despierte. Espero que no. Y que el carácter asociativo cale en aquellos en los que todavía no lo ha hecho, como parte imprescindible de su negocio y de la fuerza de la unión de todos.

*Presidente de la Asociación de

Comerciantes y Empresarios (ACE)de San Roque (Badajoz)