No me he vuelto loco, no soy yo quien dice la frase que sirve de título a esta tribuna, son miles de madres y padres que esperan ansiosos el inicio del curso. Se la escuché hace unos días a mi hermana en el mismo tono que utilizaba mi madre hace muchos años.

Debe ser esta la época del año en la que más se echa de menos a los maestros y profesores, y en la que más se les valora como profesionales. Muchos padres se preguntan cómo los maestros son capaces de estar con veinte alumnos --30, ahora que presumimos de calidad de la enseñanza-- durante toda la mañana, cuando a ellos les cuesta hacerlo con uno o dos.

La mayor parte de las madres y padres reconocen que en las vacaciones no consiguen hacer leer a sus hijos durante unos minutos, y menos escribir o hacer ejercicios de cálculo. Sienten que no son capaces de entretenerlos con algo que no sean las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, y luego se lamentan de las horas que pasan los niños y jóvenes frente a la televisión o el ordenador.

Los simplistas suelen considerar que todo el problema se debe a la falta de autoridad, una palabra compleja que en este país y durante mucho tiempo se identificó con poder, tiranía, fuerzas del orden, dictadura,... Autoridad procede del latín auctor, augere, que significa hacer crecer; esa es la acepción que un maestro debe aplicar con sus alumnos, ayudarlos a crecer como el tutor hacer crecer a los vegetales, dándoles apoyo y guiándoles, aunque no sin oponer resistencias a veces.

Pero no debemos ignorar que la autoridad de una persona depende de la categoría moral de quien la tiene. Haber cursado los estudios de magisterio, pedagogía o cualquier otra disciplina relacionada con la didáctica no necesariamente te confiere autoridad. Quien tiene autoridad, la conquista o la gana, y no necesita de tribunas, tarimas o imposiciones. Esa será la clave para merecer el respeto de nuestros alumnos, no para imponerla a la fuerza.

XLOS PROFESORESx no somos los colegas de nuestros alumnos, como los padres no somos los amigos de nuestros hijos. No podemos cambiar a los alumnos su profesor por un colega de los que tienen cientos; igual que no podemos privar a nuestros hijos de sus dos progenitores para añadirles otros dos amigos, de los que tienen montones, miles, si también consideramos los virtuales. Cierto es que educar cuesta, aunque es más verdad que a la larga cuesta más no educar.

Se inicia esta semana el curso más tempranero en la Universidad de Extremadura, lo hace antes incluso que en primaria y secundaria, algo a todas luces sorprendente, sobre todo teniendo en cuenta los "magníficos" resultados que conocimos la pasada semana.

Estamos pues ante un curso nuevo en el que se abordan cambios importantes, que me hacen formularme algunas cuestiones que seguro tienen compleja respuesta. ¿Se suprimirán las novatadas con las que algunos dicen dar la bienvenida a los nuevos universitarios?. ¿Dejaremos de crear innecesarios puentes entre días festivos sobre todo al inicio del curso?. ¿Se seguirá dando clases de todas las asignaturas hasta el último día lectivo de acuerdo con el calendario aprobado?. ¿Se quejarán los alumnos cuando una clase comience con más de 10 minutos de retraso?. ¿Exigirán los alumnos que se completen los programas de las asignaturas que cursan y que tanto hemos encarecido en los últimos años?.

Seguramente la respuesta a algunas de estas preguntas está relacionada con que para los alumnos lo importante no es aprender o saber, sino aprobar. Y por tanto, mientras más fácil, rápido y seguro sea aprobar, mejor para ellos; es decir: lo mejor es lograr la mayor calificación con el menor esfuerzo o sacrificio.

Más difícil lo tienen aún los alumnos que estudian para ser maestros o profesores, porque para enseñar no basta con saber una asignatura, eso lo damos por supuesto, sino que necesitan aprender a enseñar, una capacidad que es arte y ciencia y que no produce automáticamente el aprendizaje de los alumnos. Se trata de una tarea tan difícil como apasionante y que, como decía al principio, sólo reclamamos al inicio del curso.