Constatamos que nadie representa al desbocado movimiento 15-M cuando a Cayo Lara , coordinador de Izquierda Unida, le tiran agua al tiempo que le gritan "oportunista, márchate" cuando acudía a solidarizarse con un movimiento a favor de una familia que iba a ser desahuciada. Los indignados están, además, desbocados: nada tienen que ver con el PSOE, casi nada con Izquierda Unida, poquísimo con los verdes y, desde luego, absolutamente nada con el PP o con UPyD. ¿Entonces? ¿Estamos en situación de desmentir que estos airados se sitúen en la zona izquierda del tablero? Y, en definitiva, ¿qué tablero es este en el que se juega la partida política de nuestras vidas?

Uno de los grandes problemas --¿o quizá ventajas?-- que a mi modo de ver tiene la sociedad española es que carece de una ubicación ideológica clara. Los perfiles de la izquierda son poco nítidos y la derecha no podrá gobernar de manera muy diferente a como lo ha hecho la llamada socialdemocracia imperante. Y, así, constatamos que, en España, Izquierda Unida, que engloba al Partido Comunista y estaba destinada a ser la conciencia crítica, desde el progresismo, del PSOE, ni siquiera se ha aprovechado del mal momento de los socialistas; su crecimiento en las elecciones del pasado 22 de mayo ha sido mínimo, y, encima, las bases se han rebelado contra la dirección federal cuando esta ha llamado a pactar con el PSOE para impedir que la derecha , es decir, el PP, gobierne en ayuntamientos y autonomías.

El gran test será, en las próximas horas, lo que ocurra en Extremadura, donde solamente algún tipo de pacto PSOE-IU posibilitará que Guillermo Fernández Vara , el único barón socialista con mando autonómico (junto con el vasco Patxi López ), siga gobernando. Quién sabe qué ocurriría. Fernández Vara es una voz razonable y templada en el conjunto de un socialismo desnortado. Y, en IU, Cayo Lara representa un intento de recuperación de algunas viejas esencias, que ellos reclaman traicionadas por el posibilismo de Zapatero; si en Extremadura el pacto fallase puede que Lara se sienta tentado de tirar la toalla, y entonces la izquierda de la izquierda sufriría un golpe del que tardaría en recuperarse. Me preocupa una situación de absoluta hegemonía territorial e institucional del Partido Popular sin contrapesos: me consta que en el propio PP causa cierta inquietud esta falta de balance en unos momentos en los que la calle, como hemos visto estos días, reclama una cuota de poder no ganada en las urnas, y amenaza, además, con hacerlo con cierta virulencia. Atención, pues, al desarrollo de los acontecimientos: de lo que ocurra en Izquierda Unida pueden derivarse muchos más acontecimientos políticos de lo que a primera vista podría pensarse.