La situación política de Monesterio está totalmente crispada. Y no exagero. En el último mitin que se celebró allí, final de campaña, me ocurrió algo insólito. Como era un acto público en un edificio municipal, libremente llevé mi casete para tomar notas. Nada más empezar, le hacen una señal repetidamente al orador: "Está grabando". La indicación le distrajo, y entonces dijo al auditorio: "No me importa que el enemigo esté grabando". ¿Qué les he hecho para ser "el enemigo"? ¿Se pide así el voto tratando de esa manera al público? Una voz ronca dice, a pesar de tener ya autorización del orador: "¡Que pida permiso!". En democracia, para estas simplezas, no se pide permiso. Por cierto, los enemigos los tiene dentro. Tanta alarma para nada. MANUEL BARRAGAN-LANCHARRO Cáceres