C de la plaza de toros, puente de Fernández Casado, rotonda del Lusitania, calle Almendralejo, avenida de Extremadura, calle Félix Valverde Lillo, calle Oviedo, etcétera. Mérida es toda un punto negro circulatorio, y la razón es bien sencilla: se están haciendo obras al mismo tiempo en las principales vías e itinerarios que dan como resultado el bloqueo de la circulación en toda la ciudad.

A cualquier hora y cualquier día, si no quedas atrapado por el atasco, estás vendido por el estado de la vía que te obliga a pelear por el carril contrario buscando hueco, o adivinando la señal que te indique por dónde seguir, puesto que las direcciones habituales están cambiadas.

Las señales de supresión de carril no indican quién tiene preferencia de paso, las vallas separadoras aparecen descolocadas después del primer día sin que nadie las vuelva a poner en su sitio, las palas excavadoras invaden los carriles de circulación mezclándose peligrosamente con los vehículos particulares que circulan, los peatones andan despistados y temerosos buscando un sitio por dónde cruzar, dudando si el semáforo funciona o está fuera de servicio, con un pie en el cascote y el otro en el bordillo recién puesto, mientras a su lado vacían un viaje de mortero de cemento.

A veces, a golpe de silbato de guardia urbano, los coches pasan del montón de una calle al montón de otra. Compadezco a los repartidores y a los que no tengan más remedio que usar el coche, deberían cobrar un plus de peligrosidad y otro de mayor dedicación, y tener derecho a una hora de terapia semanal para desahogarse personalmente con los técnicos y políticos responsables, para bajar el nivel de estrés y la mala leche que acumulan día tras día.

XALGUIEN HAx dicho que es normal hacer las obras en verano aludiendo a que se aprovecha el buen tiempo, y yo pregunto ¿tanto llueve en Mérida el resto del año?, ¿son conscientes desde el ayuntamiento que es la época de más afluencia de turistas y que se está dando la imagen de local abierto sin terminar, de zafarrancho y suciedad que no son propios de una localidad que debe mostrarse acogedora, que más bien parece que la ciudad esté chillando a los turistas y que los trata como a una visita incómoda.

Da pena verlos habitualmente despistados y desatendidos, pero da cargo de conciencia verlos atrapados en este laberinto peligroso y grotesco en que las obras han convertido el centro de la ciudad, donde más que disfrutar de ella sufren cual concursantes superando pruebas de habilidad y obstáculos, mirando más donde pisan que por dónde andan en lo que fuera la Mérida romana. No puede ser cierto que algunas obras se hagan pensando en los turistas, no puede ser cierto. En cualquier caso, como mínimo, habría que ponerles el siguiente cartel: "Esto no son excavaciones arqueológicas".

*Exgerente de Urbanismo de Mérida