La expresión Quedémonos en casa tiene en este caso un doble significado. Por un lado, el de mantener la prudencia porque esto no ha terminado y cuanta más distancia mantengamos con otras personas, mejor y, por otro, el de consumir en nuestras ciudades y pueblos porque, si nosotros mismos no arrimamos el hombro para que los comercios y empresas de nuestra tierra refloten, lo van a tener muy complicado.

Por partes. Hace semanas que podemos salir a la calle y desde esta, sin horarios. Eso supone una doble responsabilidad. Lo fácil era quedarse en casa, lo difícil, salir cumpliendo las normas y, sobre todo, pensando que el virus sigue ahí, no hay más que mirar los datos que Sanidad da cada día.

Pero teníamos muchas ganas de salir y eso se nota y además, la emoción de los reencuentros lleva a veces a olvidar cómo salimos, a dejar la mascarilla a un lado, a acercarnos demasiado. No estamos acostumbrados a estas nuevas rutinas y se nota. Empezando por quien se deja la responsabilidad y la empatía en casa y sale sin mascarilla y no me refiero a quien tiene permitido hacerlo.

No hay día que no veamos a personas sin esta protección, unas por olvido, otras porque no entienden la necesidad y otras que directamente despotrican y critican que haya que usarlas y esto lo hacen también con el resto de normas. Así, los hosteleros deben llamar la atención a grupos, hay fiestas de cumpleaños con más gente de la debida, como ha sucedido en Badajoz... los sanitarios han alertado de que no salen más fuertes, ¡salen agotados! Realmente, todos tendríamos que habernos acercado a alguna UCI en los momentos de pandemia para mirar la realidad a la cara y concienciarnos.

Quienes lo están son los empresarios, comerciantes, hosteleros... La gran mayoría han acatado las normas y protocolos sanitarios a rajatabla, primero por ellos y sus propios trabajadores, porque nadie quiere tener que volver a cerrar por un contagiado, y segundo por sus clientes. El confinameinto ha dejado a estos pequeños empresarios sin recursos cuando en muchos casos aún no se habían recuperado de la crisis anterior y vivían al día.

Ahora han tenido que endeudarse y su esperanza es que sus paisanos confíen en ellos y vuelvan a sus tiendas y bares. De lo contrario, muchos tendrán que cerrar. Así que, de nuevo, hay que concienciarse, en nuestra mano está que nuestra tierra se recupere también económicamente.H

*Periodista