El Parlamento de Castilla-La Mancha ha retirado el proyecto de reforma del Estatuto de autonomía, que hace tres años se había aprobado por unanimidad. Aunque el PSOE y el PP se culpen del fiasco, lo cierto es que las divisiones territoriales en el PP son las que han acabado con el Estatuto. Cuando el PSOE y el PP pactaron el texto, la dirigente popular manchega, Dolores de Cospedal, no era aún secretaria general del PP de toda España. Desde que fue nombrada para este cargo por Rajoy, se vio en la obligación de atender las reivindicaciones sobre el agua de Valencia y de Murcia, gobernadas por el PP, y el texto autonómico fue rebajando progresivamente la reserva hídrica de Castilla-La Mancha hasta hacer imposible la pervivencia del acuerdo con el PSOE. La guerra del agua y los tiras y aflojas en el travase Tajo-Segura han acabado por secar el Estatuto. El PP no ha logrado, desde la sede de Génova, conciliar las posturas y el fracaso estatutario puede costarle caro en las elecciones del 2011, en las que el actual presidente socialista, José María Barreda, achacará sin duda al PP que Castilla-La Mancha no tenga nuevo Estatuto. Por razones distintas, Rajoy se enfrenta a posibles conflictos en otras comunidades cara a las autonómicas del 2011. Los casos de corrupción siembran dudas sobre la candidatura de Francisco Camps en Valencia. La corrupción puede afectar también en Madrid y en Castilla y León, feudos del PP. En todos los casos, la tradicional pasividad de Rajoy ataca los nervios de muchos dirigentes del partido.